Ha vuelto. En efecto, esa presencia siempre distinguida y delicada en la política parece haber dejado los días de asueto forzado y, después de una época de reflexión profunda, irrumpe de nuevo en la escena pública con esa claridad de pensamiento y voluntad transformadora que, a pesar de las críticas, incluso al interior de su partido, soportó cuando era la dama de hierro, la Robespierre de la corrupción.
Como la lectora, el lector y les lecteres pueden recordar, doña Irma Eréndira Sandoval, en su breve pero fructífero paso por la administración pública, dejó un recuerdo difícil de olvidar. Es quizás uno de los sellos indelebles de la cuarta transformación que batalla con la mediocridad cotidiana, mientras a un lado está el brillo solitario pero digno y revelador de la señora Sandoval.
¿Y cómo no hablar de John? Por supuesto, el tema se impone, porque detrás de una gran mujer siempre hay un estúpido tratando de echarle a perder todo. Ackerman también fue un ave de tempestades, un personaje que apenas llegó a la nómina de gobierno se multiplicó y aparecía con sueldo por todos lados. Llevó la televisión pública a niveles de degradación nunca antes vistos y protagonizó un reality show en el que podíamos ver lo difícil que resulta para un hombre de la academia el trabajo de cómico y el oficio de lacayo del poder. Aunque admitamos que, en ese intento, Ackerman logró momentos francamente conmovedores.
Pero regresemos a la reaparición de la diva de la función pública. Doña Irma Eréndira hizo acto de presencia en la Feria Internacional del Libro del Zócalo. Como se sabe, ella es mujer de letras, de conocimiento. Ni modo que apareciera en un juego de beisbol. Participó en la presentación de un libro del escritor portugués Boaventura de Sousa que se intitula Izquierdas del mundo, ¡uníos!. Y claro, quién mejor que Sandoval para hablar de unidad y respeto. Aquí algunas de las perlas que dijo respecto de su experiencia en el gobierno:
“Se contaminó el concepto de autocrítica con un vil y franco autoritarismo, pero tenemos que dar el paso para la autocrítica verdadera que es la única que nos va a dar un nuevo oxígeno a los movimientos sociales para que no nos enfoquemos sólo en esa lucha de clases tradicional y típica del obrero y el capitalista, sino ver estos otros demonios que están metidos en las cabezas de la dominación que son, por ejemplo, el sexismo, el machismo y el patriarcado que es muy grave y está en la incertidumbre y en la inseguridad de la izquierda cuando llega al poder y de las mismas políticas públicas”.
“…vemos que en esta lógica del colonialismo interno, del machismo y sexismo de las mujeres, de la discriminación entre oprimidos, también hay una inseguridad de los gobiernos políticos de izquierda”.
“…en México estamos integrando fuerzas o personajes del PRI a un momento de transformación en que deberíamos tener más seguridad para pensar en nuestros cuadros, para pensar en nuestras nuevas generaciones, para pensar en la gente de izquierda y no estar recolectando de la basura priista a personajes”.
Esto último es particularmente llamativo: "La basura priista". ¿Se referirá al nuevo embajador en España o a Manuel Bartlett? ¿A Claudia Pavlovich o a Alfonso Durazo? ¿Al secretario de Gobernación o al mismísmo presidente López Obrador? No lo sabemos, pero no nos desgastemos tratando de desentrañar los misterios retóricos y conceptuales de doña Irma y saludemos con gusto el regreso de esta lideresa de la izquierda internacional que viene a darle oxígeno a la decaída cuarta transformación.
Irrumpe de nuevo en la escena pública con esa claridad de pensamiento