Finalmente, Ricardo Monreal ha logrado una de sus más grandes ambiciones: que se esté hablando de él y que hasta el Presidente se vea obligado a comentar algo sobre este personaje, aunque no mencione su nombre ni por equivocación. Claro, no se trata de un político más. Ni más ni menos se trata del líder del partido en el gobierno en el Senado.
Monreal, seguramente, tiene diseñada una ruta de salida. Como es sabido, es un político inteligente, astuto y habilidoso. Sabe manejarse en aguas turbulentas de las que siempre ha salido a flote y con ganancias, mientras otros se han ahogado y han perdido todo. No es su caso. Desde que salió del PRI, hace casi tres décadas, nada más ha visto la sonrisa de la suerte. No ha tenido todo lo que ha querido, pero ha sabido negociar y obtener ganancias. Nada más con recordar 2018, cuando quería jugar para jefe de Gobierno de la CDMX y López Obrador no se lo permitió. Armó su berrinche y se quedó con el Senado y varias cosas más (puso a su hermano a gobernar –es un decir– Zacatecas y a otro hermano al frente del municipio de Fresnillo, en esa entidad que se ha convertido en un verdadero polvorín).
Sabedor de que el Presidente desprecia al Poder Legislativo y no lo voltearía ni a ver, ahí armó su búnker y ha sido un gran operador… en contra del Presidente. La gota que derramó el vaso del coraje presidencial –no se necesita mucho para colmar ese vaso de la ira– fueron las elecciones de 2021 en las que el senador Monreal operó a favor de la oposición en la CDMX, con resultados muy adversos al partido presidencial y un crecimiento de la oposición como no se veía hace décadas en la capital del país. Desde entonces, el Presidente le ha negado el saludo, lo ignora, no lo menciona, no lo recibe, pareciera que no existe el líder de su partido en el Senado. Sin embargo, Monreal sí existe, se mueve, opera, genera conflictos para el Presidente y su disidencia atrae los focos opositores y mediáticos, cosa que no le van a perdonar fácilmente.
Si bien es cierto que ha comenzado el golpeteo monrealista contra el proceso de selección de corcholata presidencial, también lo es que comienzan a contestarle y que el partido al que pertenece ha comenzado a golpearlo.
En las últimas semanas el zacatecano ha conseguido que le firmen una carta de apoyo legisladores morenistas y de oposición; organizó un evento masivo en el que presentó su proyecto de candidatura presidencial; anunció que está en contra del proyecto de reforma electoral del Presidente; ha filtrado en los medios que coquetea para ser candidato de algún partido opositor. Decidió no ir al desfile burocrático del Presidente y se fue a España con otros legisladores, donde se tomó foto con figuras opositoras y ahí, en ese país odiado por el Presidente, uno de los líderes del PRD –en ese partido sólo hay líderes, ya no hay militantes– anunció que ven con buenos ojos la candidatura de Monreal por ese partido. Pero sus enemigos internos no se han quedado callados. Monreal no fue al desfile dominical porque sabe que lo hubieran humillado públicamente; la reportera Leticia Robles –que cubre de manera puntual y profesional el Senado mexicano– mencionó en un texto (Excelsior 25/11/22) que la rebelión morenista ha comenzado. El senador Álvarez Lima reclamó abiertamente en una junta a Monreal que tenga en nómina a periodistas, que es el único que da conferencias porque “tiene cooptada a la prensa”. El zacatecano le exigió serenidad y cuidado, porque a su edad no debe andar con posiciones “tan efusivas”. La senadora Citlalli Hernández, secretaria general de Morena, le reclamó sus posiciones individuales y contrarias al partido; él contestó que ella debiera parar los ataques a su persona lanzados por gente de Claudia Sheinbaum.
Total, que la ruta está clara: Ricardo Monreal saldrá de Morena. Cómo y cuándo, no sabemos. Por lo pronto, es claro que su valor es ser disidente de AMLO; no sabemos si seguirá con el mismo pegue una vez que se convierta en un opositor más.