Juan Ignacio Zavala: Los amigos del Presidente

AMLO ha defendido publicamente a Góngora, Gertz y Esquivel
AMLO ha defendido publicamente a Góngora, Gertz y Esquivel
Los amigos.AMLO ha defendido publicamente a Góngora, Gertz y Esquivel
Cuartoscuro
autor
Juan Ignacio Zavala
Consultor en comunicación
2023-01-18 |07:09 Hrs.Actualización07:09 Hrs.

¿A quiénes defiende López Obrador? ¿A quiénes les da su confianza? ¿Quiénes están cerca de él y merecen su consideración no solamente privada, sino también pública? Sin duda a más de los que nos imaginamos, pero a veces sorprende no solamente el tipo de defensa que hace el Presidente, sino la clase de personas que defiende: verdaderas bazofias, personas que, a pesar de la edad, son capaces de hacer cualquier bajeza con tal de cobrarse agravios personales: problemas no resueltos de su historia y su conducta encuentran, en el poder que ostenta su amigo, las posibilidades de la venganza.

Ya desde hace unos años salió a la luz pública que uno de sus preferidos, el exministro Genaro Góngora Pimentel, resultó ser un tipejo que metió a la cárcel a su exesposa por medio de tráfico de influencias en el Poder Judicial. No sólo eso, el señor Góngora le negaba la pensión para mantener a sus dos hijos –ambos diagnosticados con autismo–. La señora llevaba meses en la cárcel cuando el asunto salió en los medios. Hombre miserable como pocos, Góngora Pimentel alegaba que, dada la enfermedad de sus hijos, no tenía que darles dinero para “diversiones”, puesto que el padecimiento les impedía divertirse. Llegó incluso a calcular que consumían media cebolla a la semana y proponía dar 200 pesos para fruta. Bueno, pues ese ser miserable estuvo propuesto por López Obrador para formar parte de su gabinete como consejero jurídico en 2012. “Será mi faro” en materia de legalidad, dijo AMLO respecto del exministro.

No resulta extraño en ese tenor otro personaje en la Corte: la ministra Yasmín Esquivel. Esta señora es un fraude en sí misma. Ha llevado a la SCJN una buena dosis de decadencia moral y desprestigio. Cuenta con el apoyo del presidente López Obrador, que la ha defendido públicamente por haber plagiado su tesis. Minimizó la falta de su empleada –así la ve– y, citando a Jesucristo, dijo que “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Bueno, pues no sé si de pecado, pero libres de plagio hay millones y es una aberración que alguien que obtuvo su título por la vía del fraude ocupe un lugar en el máximo tribunal de justicia de este país. Eso solamente puede pasar con AMLO. Ensoberbecida en su cinismo, la ministra dice que no tiene nada de qué avergonzarse. Pues no, es claro que la vergüenza es algo que no conoce. Mientras tanto, cuenta con la amistad y la defensa del Presidente.

El año pasado el fiscal Gertz Manero, un hombre acaudalado, con una inmensa fortuna –de esas que López Obrador condena moralmente siempre y cuando no sean de alguno de sus amigos–, estuvo metido en un escándalo francamente nauseabundo. El hombre, ya como fiscal, se dedicó a perseguir a una anciana de más de 90 años, que tuvo la desgracia de ser su cuñada, y encarceló por más de 500 días a la hija de ésta, Alejandra Cuevas, de 68 años de edad. Solamente la valentía y el arrojo de los hijos de Alejandra lograron sacarla de la prisión. El clima social fue completamente adverso al fiscal. ¿Quién lo defendía? Solamente López Obrador, quien decía que no le parecía que Gertz hubiera cometido “delitos graves”. 

Esta semana un nuevo demente amigo del Presidente ha salido con su escándalo al escenario: el ingeniero José María Riobóo, quien busca encarcelar a una viuda que resulta que es su nuera y que reclama la herencia para sus hijos del marido muerto. Al igual que Gertz con su cuñada, Riobóo la acusa de haber envenenado lentamente al esposo para quedarse con la herencia. La mujer vive en España y el gran amigo del Presidente, a pesar de la ayuda de Gertz, de Marcelo Ebrard y de la fiscalía de Sheinbaum, no ha logrado extraditarla. ¿Y qué dijo el Presidente de este escándalo? Que su amigo es “uno de los mejores ingenieros del mundo”. Qué cinismo.

Es claro que, con estas amistades, gente mezquina y ruin, el Presidente se siente que es Gandhi o Luther King. Rodeado de miseria moral es fácil sentirse santo.