En Morena se llevan rudo. O por lo menos varios de ellos parecen ser rudos. Es lo que uno puede ver en las noticias. Tomemos dos estados como ejemplo: Puebla y Tamaulipas.
En el caso poblano las cosas apuntan a un pleito de dimensiones considerables en el que figuran dos personajes del partido oficial: Miguel Barbosa, gobernador del estado, e Ignacio Mier, coordinador de la bancada de los diputados de Morena en San Lázaro. Ambos, políticos de larga trayectoria.
Barbosa en la izquierda y Mier –¿dónde iba a ser para obtener reconocimiento en Morena?– en el PRI. El diputado Mier cuenta con la confianza de Palacio; no por nada es jefe de los legisladores morenistas. En su carrera como priista lo mismo aprobó el Fobaproa –tan odiado por el Presidente– que fue lacayo del Góber Precioso, Mario Marín. Ha sido también un criado destacado de Manuel Bartlett. Grandes datos curriculares para un entorno en el que doblar la cerviz y lamer el zapato del jefe es condición indispensable para salir adelante. Recordemos la defensa que hizo de su amigo el diputado Saúl Huerta cuando fue acusado de pederastia. Mier dijo que lo había hecho fuera de sus horas de trabajo y no en sus funciones como diputado. ¿Así o más cínico?
Pues bien, el diputado Mier, como buen priista, ha puesto a su hijo como presidente municipal de Tecamachalco, en el estado de Puebla. El diputado Mier ha decidido emprender una guerra contra el gobernador de la que no sabemos sus planes ni dimensión. Sin embargo, en días pasados pasaron cosas terribles en el municipio gobernado por el vástago de Mier. Resulta que tres policías estatales hacían investigaciones en dicho municipio cuando fueron ultimados a balazos por policías municipales. Se encuentra detenido el responsable de seguridad púbica de Tecamachalco, sus escoltas y varios agentes de la policía. Los municipales dijeron que los confundieron con criminales, pero el gobernador señaló públicamente que los policías ministeriales fueron ejecutados con tiros en la cabeza, que fueron por ellos de manera deliberada. Con seguridad el caso dará mucho más de qué hablar y será un escándalo más para Morena.
En días pasados se dio una vuelta por el estado de Tamaulipas el senador Ricardo Monreal. El senador anda muy paseador, tomándose selfies, haciendo declaraciones, brindis en tugurios, videos cantando, en fin, que anda en campaña. En esas andaba cuando, a pregunta de la prensa sobre que el presidente municipal de Ciudad Victoria, el morenista Eduardo Gattas, andaba en una camioneta de lujo propiedad de un empresario acusado de contrabando, invitó al edil y a sus compañeros de Morena “a poner sus barbas a remojar” y no caer en excesos que no son del agrado del Presidente. Días después el empresario dueño de la camioneta fue asesinado a balazos en una peluquería de Monterrey. El hombre de negocios, según notas periodísticas, también era investigado por la FGR por financiar de manera ilegal campañas de Morena y estar vinculado al huachicoleo. Por lo pronto en la interna de Morena ya hay un asesinato y parece que, en efecto, alguien va a poner su campaña “a remojar”.