Estuve en el PAN opositor de los 80 en adelante. Durante años era un partido pequeño pero aguerrido, inteligente y audaz. Con otra característica: la valentía. Y es que, como muchos decían en ese entonces, para hacer frente al gobierno, para criticarlo y pelearse con él había que tener “valor civil”.
Con el tiempo el partido ganó la Presidencia en dos ocasiones seguidas, y claro, las cosas cambiaron sustancialmente. Cuando había problemas, errores, cosas fuera de control, la lluvia, la tormenta de críticas y mentadas nada más no cesaba. Uno trataba de defender al gobierno, de dar ideas para que amainara la situación. Recuerdo que alguna vez, comentando con algún compañero de las batallas de antes y las de ese momento, llegamos a la conclusión de que el llamado “valor civil” en política siempre era necesario y que, si en un momento se necesitaba para mentarle la madre al gobierno, en otro lo ibas a necesitar para defender al gobierno de las mentadas.
Algo así pasa en estos momentos con los defensores del gobierno de López Obrador. El entusiasmo de la llegada triunfal se va topando con los errores y los dislates, la soberbia y la desmesura presidencial. Si por un tiempo servía aquello de que “les dejaron un tiradero”, o “sí, pero el PRI robó más”, ahora ya se está en la zona negra de la incomprensión con las decisiones y la dificultad de acompañar ciertas políticas públicas, como la de la militarización.
Jorge Zepeda Patterson es un periodista, novelista y analista que desde hace varios años está presente en los medios de comunicación opinando, dirigiendo, siempre de manera activa. Ha tenido la claridad –lo cual sus lectores lo agradecemos– de mostrar su afinidad con López Obrador y su proyecto. Siempre era bueno leerlo, pues su punto de vista normalmente contrastaba con cierta orientación dominante en la comentocracia periodística. Sin embargo, ya se le dificulta la defensa del Presidente y cada vez es menos comprensible.
Acompañar de manera apasionada y desmedida a un líder político tiene sus consecuencias, y Zepeda, en vez de argumentos, ya trae consignas; sus artículos se han convertido en una pancarta. Y claro, el fanatismo exige devoción. Así, la semana pasada, en su artículo de El País y en redes, escribió lo siguiente: “Al apoyar al Ejército AMLO eliminó el riesgo de que, a su vez, la derecha utilizara a los militares de Palacio si las cosas se ponían al rojo vivo. Atrayendo a los generales, López Obrador conjuraba automáticamente el riesgo de un pinochetazo”. Como se puede apreciar, ya se está llegando a niveles de análisis verdaderamente alarmantes; pero, por otro lado, se puede tratar de una verdadera aportación a la interpretación de la realidad, algo que pudiera ser llamado Soluciones Zepeda (siempre hay que dar crédito al autor). De esta manera, el priismo podría decir que durante el peñismo se robó mucho, pero fue para evitar que, cuando llegaran otros al poder, no pudieran robar más contribuyendo así a la moral pública y a un mejor futuro. En las Soluciones Zepeda podría darse que el propio López Obrador bombardeara su país, para evitar que otro país lo haga más adelante; o, recurriendo a los clásicos griegos, lo que sugirió en Twitter @AldoContro: “Al matar a sus hijos, AMLO eliminó el riesgo de que, a su vez, la derecha utilizara a sus hijos para matarlo a él. Al matar a sus hijos, López Obrador conjuraba automáticamente el riesgo de un edipazo”.
Las Soluciones Zepeda son la expresión de que la inteligencia también se esfuerza y también se agota, pero también son la muestra de que la vida pública atraviesa por momentos de insania y degradación.
