Hasta ayer a las 6 pm que entregué esta columna, todo parecía indicar que Emilio Lozoya seguía atendiéndose sus males, ni más ni menos que en el hospital Ángeles del Pedregal y, según me cuentan mis fuentes, está en la suite presidencial y muy bien cuidado por la Guardia Nacional.
Pero, por qué nadie habla de Froylán Gracia, su segundo de a bordo, quien decidía a quién le daban los contratos sin licitación alguna; o Henríquez Autrey, a quien le crearon Procura el organismo concentrador de todas las compras de la paraestatal, y quien tampoco buscó jamás el significado de “conflicto de interés.”
Si hubo sobornos por la Reforma Energética que los castiguen, pero no olvidemos las acusaciones a Lozoya y sus secuaces por Odrebrecht, de enriquecimiento ilícito, o la compra de chatarra de Agronitrogenados, etc. Ojo, se agotan los 10 días de plazo para presentarse ante un juez... por algo no ha sucedido.
Entre bambalinas, los panistas me aseguran que el Presidente y su gobierno quieren desviar la atención de los problemas serios del país, tanto por el Covid-19 y su pésimo manejo o por la crisis económica, pero que no le seguirán el juego, pues Acción Nacional es el partido más fuerte y el que más votos, alcaldes, legisladores y estados le puede ganar a Morena.
En diversos medios se ha dicho que Lozoya sobornó a varios panistas…
Hablé con el gobernador Cabeza de Vaca ¿es cierto que recibió sobornos por la Reforma Energética? “Eso es FALSO de toda falsedad”, pero ahí no paró, además me dijo: “Todo esto es parte de la creación del nuevo Instituto del presidente López Obrador, el INPADAP” ¿el qué? pregunte, “el Instituto Nacional Para Distraer al Pueblo, el cual no todavía no publica (en el DOF) pero ya está en funciones”. Se vale reír o llorar.
Cordero, al principio no quería salir sin embargo, y sin decir agua va, se aventó un tuit: “Rechazo categóricamente las acusaciones en mi contra que aparecen en diversos medios de comunicación, atribuidas a @EmilioLozoyaAus. Son falsas, sin sustento ni pruebas. Siempre he actuado con legalidad en las responsabilidades que he desempeñado como servidor público”.
Jorge Luis Lavalle, también mediante Twitter, rechazó los señalamientos y dijo: “Es absolutamente falso que haya recibido algo a cambio de mi voto y trabajo para lograr la aprobación de la iniciativa panista que se transformó en la Reforma Energética. Esta reforma fue planteada desde hace muchos años por el PAN y resulta absurdo que se pretendan ligar los malos manejos que se hicieron en la administración anterior con la aprobación de una reforma que era y sigue siendo necesaria para México. Desconozco las intenciones de estos dichos que involucran mi persona y las perversas intenciones que las generan”.
Hablé también con el góber Francisco Domínguez y me dijo “me reservo mi opinión”. Supongo, que no quiere caer en el juego perverso de la denostación con fines electorales.
Recordar es volver a vivir…
En aquella sesión histórica, de 2014, el pleno le dio la bienvenida a Maki Ortiz, quien tras haber estado delicada de salud logró regresar como Senadora.
Por voto unánime Fernando Mayans, el pequeño Peje, y quien dice hablarle al pueblo de México, ataviado en saco Zegna de 25 mil pesos, Rolex de más de 100 mil y anillo con brillante, fue el senador más grosero del debate. No sólo les faltó varias veces al respeto en tribuna a sus compañeros, jamás usó sólo los 5 minutos a los que tenía derecho por intervención, de hecho, el sábado a eso de las 15:00 horas le gritaron los senadores “fuera, fuera” tras más de 20 minutos en el pleno y no querer dejar hablar al compañero que seguía, que era Cabeza de Vaca.
El oso se lo aventó el entonces legislador Zoé Robledo, cuando por querer evidenciar que Preciado, coordinador el PAN no estaba, dijo: “Felicidades al coordinador del PRI, Gamboa, quien no se ha movido, así como mi coordinador Barbosa y, cuando lo buscó, ¡no estaba presente!” Y ni qué decir del show que se aventó con Javier Lozano por la forma en que el panista tuiteaba-trolleaba a la izquierda y no en tribuna. Se calentaron tanto los ánimos que Lozano hasta la senaduría andaba apostando ¡válgame!
Roberto Gil se convirtió, literal, en cada una de sus intervenciones, en el azote del PRD. Ernesto Cordero, dejó lívido a Mario Delgado cuando le contestó: “Habla de calidad moral del Gobierno del presidente Felipe Calderón, mejor explíquenos de la línea 12 del metro”.
La que realizó el milagro fue Gabriela Cuevas, pues unió lo que no pudo ni Madero, ni Cordero, unió al GPPAN, ¡pero en su contra! tras haber pactado con el PRD y querer subir una iniciativa que podría habernos costado 80mmdp. Al final la bajó lo cual, obvio, enfureció a los perredistas y se lo reclamaron en tribuna.
Pablo Escudero, no dejó de presumir sus 50 estudios científicos para votar a favor del fracking, y cuando la cumpleañera Alejandra Barrales le dijo que no había entendido su participación, este le contestó que seguro ¡porque llegó tarde!
Pancho Domínguez enfureció, por decir lo menos, a Manuel Bartlett cuando le dijo que si el sistema de cómputo del 88 se había caído, porque se les había ido la luz. A lo que le contestó “Usted era un mocoso cuando esto pasó”.
Y ya que hablo de Bartlett, en una intervención dijo que Penchyna y Lavalle eran como la típica pareja de policías, en donde Penchyna era el policía malo y Lavalle el bueno; algo sabrá de policías o ¿por qué lo habrá dicho?
Y qué tal que Dolores Padierna decidió en la madrugada de aquel sábado 19 de julio mitigar el calor que tenía con la máscara del General Cárdenas; sí, la utilizó de abanico. ¡Ah! y cómo dejar de recordar que Isidro Pedraza pidió la presencia de un alcoholímetro para los panistas.
Además, los senadores organizaron quinielas, que costaban 200 pesos y el tema era a qué hora finalizaría la sesión del domingo; la ganó Lavalle.
El único senador en jeans ese domingo fue Romero Deschamps, y siendo líder del sindicato de los petroleros llamó la atención por no subir a tribuna; ¿se lo habrán prohibido? o ¿creyó que calladito se veía más bonito, pues no quería terminar como la maestra Gordillo?
David Penchyna andaba feliz pues logró la Reforma, con decirles que a Barbosa le dijo “ya piérdeme el asco” y ¡que le levanta el brazo!