Estamos a escasos 22 días para conocer al candidato o candidata de Morena que participará en las presidenciales de 2024. No obstante, comienzan a sentirse nubarrones sobre quiénes serán las empresas encuestadoras que determinarán al ganador o ganadora. Originalmente estaba programado que el día de ayer se darían a conocer los nombres de estas empresas, pero por motivos internos del partido se decidió cambiar la fecha para la próxima semana… algo no huele bien.
En la narrativa de las corcholatas favoritas, tanto Marcelo Ebrard como Claudia Sheinbaum, ambos se declaran punteros y favorecidos por los simpatizantes. No obstante, Ebrard es quien ha dado avisos, reiteradamente, de posibles vicios que podrían suponer no solo un descontento, sino también una ruptura al interior de Morena. Sus argumentos han advertido que no puede existir nada que violente la transparencia, legalidad y acuerdos alcanzados entre los contendientes guindas.
Apenas el sábado pasado, Ebrard fue categórico al afirmar que no deben ser usadas empresas encuestadoras que han sido contratadas por el gobierno de la CDMX, que hasta hace poco encabezó Claudia Sheinbaum. Según una investigación de la periodista Peniley Ramírez, al menos cinco empresas han obtenido jugosos contratos. Coincidentemente, esas encuestadoras contratadas ponen al frente al día de hoy día, a Claudia Sheinbaum.
Con ello, Marcelo vuelve a condicionar un proceso que podría irse al abismo si no se actúa de forma transparente. Puso sobre la mesa un argumento lógico, que coloca bajo lupa a empresas que podrían ser juez y parte en la etapa final y definitoria, respecto a quién dentro del oficialismo, podría encabezar el rumbo del país durante los próximos seis años.
Todo esto se da en un contexto de sistemáticas fallas que han tenido las encuestas en previas elecciones, y no solo en México, también en otras partes del mundo. Lo que acaba de suceder en Argentina es reflejo de la poca confianza que acumulan las casas encuestadoras: todas colocaron a Javier Milei en un tercer lugar, hasta el día de las elecciones, cuya irrupción en el primero, dejó a todo mundo boquiabierto.
Se ha normalizado que las encuestas formen parte de las campañas políticas, pues impactan en la percepción y en el voto, pero no son definitivas. Por ello, cada quien presume “sus” encuestas. Pero no hay que confundir, no es lo mismo presumir aquellas que han sido beneficiadas con contratos, respecto a otras que han sido certeras en recientes elecciones, por ejemplo, en las del Estado de México. Trascendentalmente, estas últimas dan ventaja a Marcelo Ebrard o concluyen resultados ajustados.
Todas estas tendencias asimétricas, distorsionadas y contradictorias, en lugar de ayudar a prevenir un sosiego interno en Morena, dejan un volcán a punto de erupción. Si no se afinan bien las orquestas y complacen el gusto de todos los participantes, se podría dar un catastrófico espectáculo musical, dejando al público desencajado, enojado y ansioso por irse a aplaudir a los protagonistas de otras pistas.
Antes, hay que poner mucha atención a las preguntas que serán redactadas en las encuestas. Estas serán tan importantes y fundamentales como la aplicación de las mismas. De hecho, desde su formulación se podría saber si los dados están cargados hacia uno de los candidatos, por el presidente López Obrador o por la dirigencia de Morena. Es probable que la falta de consenso en las preguntas sea otro de los motivos por el cual se están posponiendo algunas determinaciones.
En la más reciente encuesta de El Financiero, publicada el martes 8 de agosto bajo el título “Gálvez reduce brecha con Sheinbaum y Ebrard”, es de subrayar que Marcelo Ebrard está mejor posicionado respecto a Sheinbaum, si se enfrentan en un mano a mano contra Xóchitl Gálvez. Mientras que Claudia saca ocho puntos de ventaja a Gálvez, Marcelo lo hace por 10.
Además, Ebrard se ha acercado considerablemente a Sheinbaum, se encuentra a solo 7 puntos, según la encuesta de El Financiero. Están muy cerca de un empate técnico, rumbo al 6 de septiembre. En conclusión, lo relevante, según la encuesta de esta casa editorial, es que Marcelo es, en estos momentos, la corcholata más competitiva frente a Xóchitl Gálvez.
Por todos es sabido que López Obrador es pragmático. Le gusta ajustar el reloj político a partir de los tiempos que corren a favor o en contra. Su inquietante lucha por querer bajar a Xóchitl Gálvez en las preferencias de la oposición, le está permitiendo entender la figura y peso de la hidalguense y preparar el camino que viene dentro de 22 días. Seguramente se encuentra cotejando resultados, observado circunstancias, pero sobre todo, consultando a su instinto. Quizá este último sea el que le lleve a apoyar a quien no es su “favorito”