La crisis de migración que viven Venezuela, Nicaragua, Cuba y México tiene una explicación común: el modelo populista (dictatorial en los tres primeros países) no funciona.
El modelo que funciona en América, sin ser perfecto ni mucho menos, es el modelo de Estados Unidos.
Hay Estado de derecho y crecimiento económico.
Esas dos virtudes hacen que millones de personas al sur de la frontera estadounidense lo dejen todo y arriesguen sus vidas y la de sus hijos por llegar a Estados Unidos.
Crecimiento y ley.
En México no hemos aprendido que sin crecimiento económico, sin seguridad personal ni patrimonial, la emigración es inevitable.
Peor es el caso de los venezolanos, a quienes un gobierno autoritario y populista transformó a habitantes de un país con movilidad social y riqueza nacional, en una nación de tránsfugas que se sienten apestados adonde llegan.
“Los venezolanos que huyeron de su país y aquí buscan cómo continuar hacia Estados Unidos montan sus cunas, parrillas y colchonetas sobre la banqueta, dicen los vecinos, orinan en las jardineras, secan su ropa, defecan en las esquinas, estorban las salidas”, dice la crónica de Jorge Ricardo en Reforma.
Los vecinos (de Huehuetoca, Estado de México), con razón se desesperan: “No es xenofobia, es que ya no podemos”.
Y Blanca, una mujer venezolana, le dice al cronista, mientras le hace trenzas a su hija de cinco años: “Nos dicen que nos vayamos. Sabemos que somos un estorbo, pero no es que lo queramos”.
El punto es que “de mi país ya no queda nada”, dijo un joven venezolano, de 20 años, entrevistado en el Metro de la Ciudad de México por El Financiero.
Estados Unidos no es el culpable de esa tragedia humanitaria, sino que es la solución.
El gobierno mexicano suele reprochar a Estados Unidos porque no ayuda más a los países de Centroamérica. ¿Cómo? Sin ley no se puede. Sin libertad económica tampoco.
Absurdo que nuestro gobierno diga que la migración se frenaría si Estados Unidos ayuda con dinero para que en los países expulsores siembren arbolitos.
El problema en Venezuela es el chavismo, en Nicaragua la dictadura de Daniel Ortega y en Cuba la del Partido Comunista. ¿Para qué el autoengaño?
Que siembren guayabos y papayos los venezolanos para que no tengan que emigrar en las condiciones que lo hacen. Igual los cubanos y nicaragüenses. Qué absurdo. Necesitan libertad económica para prosperar.
Y en Honduras y Guatemala lo que falta es ley.
En México, lo mismo.
Nuestro país había logrado una tasa de migración equilibrada, y ahora encabezamos las expulsiones que hace la Patrulla Fronteriza, arriba de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Sin crecimiento económico y con violencia al alza, hemos vuelto a ser el principal expulsor de migrantes hacia Estados Unidos.
De una tasa cercana a cero en los dos gobiernos anteriores, ahora se disparó la emigración ilegal a Estados Unidos: 362 mil 248 mexicanos detenidos (una o más veces) en la frontera en 2020. Para 2021, 666 mil 648. Y en 2022, 800 mil 688.
Y eso que aquí se gastan miles de millones de pesos al año en sembrar arbolitos.
No es por ahí. El problema en México es la falta de crecimiento económico y la falta de Estado de derecho.
No funciona el modelo de las transferencias directas de dinero a la población y la tolerancia a los grupos criminales.
El gobierno presume algunos datos favorables en la baja de la llamada ”pobreza moderada”. Ojalá sea así. El Programa Universitario de Estudios para el Desarrollo (PUED) de la UNAM tiene datos muy diferentes. La baja de la pobreza de 2018 a 2022, señala, fue de sólo 0.1 por ciento.
Donde coinciden con el INEGI es que aumentó la pobreza extrema. Según el PUED que dirige Enrique Provenzio (al que nadie podrá señalar de economista de derecha), ésta aumentó en 2 millones de personas.
Es decir, en los mil 491 días de la presente administración (1 de diciembre de 2018 a 31 de diciembre de 2022), cada 24 horas mil 341 mexicanos pasaron a las filas de la indigencia.
No hay atajos conocidos.
Lo que saca de la pobreza de manera sostenida y sólida es el crecimiento económico y el Estado de derecho. Como en Estados Unidos.
Desde luego hay que fortalecer los temas educación, apoyos a grupos vulnerables, fortalecer lazos comunitarios.
Pero la base está tan clara que no queremos verla: ley y libertad económica.