Cualquier candidato priista estará mermado por el papel nefasto de gobernadores y funcionarios abusivos que abollaron la marca PRI y han dejado a ese partido con muy escasas posibilidades de retener la Presidencia. Pero de que tiene, tiene.
José Narro: Pasa el examen de la transparencia con una vida ejemplar. Rector de la UNAM ocho años. Y es el único precandidato priista que se puede parar en una universidad y lo van a aplaudir. Tal vez no guste en un sector del gabinete su notable vocación social, que se puede confundir con populismo. No lo es. Tal vez daría otro enfoque a la política social. Tiene muchos años (69), dicen unos. Eso es lo que se necesita, dicen otros.
José Antonio Meade: Su capacidad ha sido demostrada en el sector público, lo mismo que su probidad personal y familiar. Ha sido titular de cuatro secretarías de Estado. Su don de gente le ayuda a acercarse a sectores reacios a tratar con políticos. Fue el único del gabinete que salió a dar la cara para explicar el gasolinazo. Tal vez ahí perdió la candidatura, pero eso nos habla de un funcionario comprometido con su trabajo y con su momento. No hay muchos como él. Su falta de militancia priista no es obstáculo para alcanzar la nominación de ese partido: basta una alianza.
Aurelio Nuño: Sin lugar a dudas es el secretario que mejores resultados ha dado en el marco de las reformas estructurales. Tiene un equipo brillante, con el que ha devuelto el lustre a la Secretaría de Educación Pública. Fue el operador del Pacto por México y es quizá el más “peñista” de los miembros del gabinete. Su juventud (39) no se ha traducido en acciones disparatadas ni en arrebatos retóricos. Por el contrario, es metódico, inteligente y entrega resultados. Algunos lo ponen como candidato a la CDMX, para quemarlo. No. Aurelio tiene potencial para la grande.
Enrique Ochoa: Por sus méritos ascendió de una subsecretaría al gabinete ampliado y de ahí a la dirigencia nacional del PRI. El Presidente lo valora y ha sido su impulsor. Por algo lo trae de allá para acá, en línea ascendente. Si le va bien en el Estado de México y en Coahuila se habrá conquistado a los priistas que aún dudan de él. Si gana las elecciones de junio (Edomex y Coahuila), va a estar entre los finalistas y la Asamblea priista de agosto puede ser su virtual coronación.
¿Y Videgaray? Fue un cuestionado secretario de Hacienda porque se frenó la economía, creció la deuda y trató mal a los empresarios. En parte es el responsable del halo de arrogancia que tanto ha dañado a este gobierno. Pero ha sido un extraordinario canciller. Es lo que se necesitaba para tratar con la administración Trump: un tipo duro, arrogante y sin medias tintas. Si saca una buena negociación del TLC y neutraliza la ofensiva de Trump, se va a colgar dos valiosas medallas que lo van a poner en la antesala de la candidatura. Creo que es el favorito del Presidente, pero tiene el tiempo en contra. El candidato del PRI debe definirse pronto y la negociación con Estados Unidos se puede prolongar incluso hasta el otro año, lo que dejaría a Videgaray sin margen para contender.
Así están las cosas en el PRI, con Osorio como puntero, pero hay otros en la liza.
Todos ellos cargan con la pesada loza de la corrupción de priistas que no han sido castigados para hacer justicia pareja: sólo un exgobernador está en la cárcel, y es panista.