Hay ocasiones en las que, dentro de sistemas políticos multipartidistas, los partidos progresistas triunfan solos, sin la necesidad de una coalición. Sin embargo, en muchos países alrededor del mundo, ha sido necesario que se integren coaliciones de varias fuerzas políticas más o menos afines, para llegar al poder y estar en condiciones de ejecutar su agenda. En la historia reciente, están los casos de Chile, España y Uruguay. Me gustaría comentar algunas cuestiones que me parecen relevantes sobre estos casos.
Cuando en 2022 Gabriel Boric ganó las elecciones chilenas a la presidencia, fue gracias a la alianza Apruebo Dignidad, una especie de coalición de coaliciones políticas que aglutina a diez partidos de corte progresista. Sin esta alianza, hubiera sido imposible sacar adelante reformas tan importantes como la universalidad en salud o aumentos significativos al salario mínimo. Además, sin esta alianza no se hubiera roto el bipartidismo chileno y la oferta política seguiría siendo muy limitada.
Unas décadas antes, en Uruguay vimos cómo el Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda surgida en la década de los setenta del siglo pasado, comenzaba a tomar relevancia. Con un programa de gobierno centrado en mejorar las condiciones de vida de las personas más pobres, los electores le dieron su voto de confianza a esta coalición durante tres mandatos presidenciales consecutivos. Gracias a esta suma de voluntades se aprobaron reformas tan importantes como el derecho a decidir sobre sus cuerpos de las mujeres, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la construccíón de miles de unidades de vivienda social. Por acciones como estas, impensables antes de los gobiernos de Tabaré Vazquéz y Pepe Mújica, hoy Uruguay es elogiado como uno de los países con la mejor calidad de vida a nivel internacional.
También hay que detenerse en el caso más reciente, el de España, cuyo sistema de gobierno parlamentario hace fundamental llegar a acuerdos entre los legisladores para la elección de un presidente.
El nuevo gobierno de Pedro Sanchez en España no se podría entender sin Sumar, una coalición constituida hace apenas un año gracias al impulso de personajes como la ministra Yolanda Díaz. La coalición Sumar integra a más de veinte partidos nacionales y locales. Es precisamente gracias a la unión de estos partidos con el PSOE, el partido más tradicional de la izquierda española, que opciones políticas de ultraderecha como Vox, no lograron formar gobierno.
Más allá de demostrar que los acuerdos políticos son necesarios para cortar el avance de la derecha y la mejora en la calidad de vida de las mayorías, estas historias nos demuestran algo más, y es que sin importar su tamaño, todos los partidos tienen mucho que aportar cuando las coaliciones se alejan del pragmatismo y de la mera ambición de lograr puestos políticos y se ponen por objetivo sumar esfuerzos para llevar una agenda en común.
Hoy en Jalisco se está construyendo una gran alianza como esta, con la participación de Futuro, Morena, Hagamos, Verde y PT, la cual tiene dos objetivos centrales. El primero, poner fin a los gobiernos de Movimiento Ciudadano y al poder de Enrique Alfaro que, en conjunto, han significado una política de la insensibilidad y el negocio para unos cuantos. El segundo y más importante objetivo, es el de lograr que en Jalisco avancen el derecho a decidir, cambios en el modelo de seguridad pública, la creación de políticas de incidencia local y real para garantizar el acceso a la vivienda, el derecho a la vejez digna, el acceso al agua para las siguientes generaciones, entre otras.
En Jalisco se está gestando un gran cambio político que seguramente será observado por todo el país, el resto es demostrar que otra política sí es posible.