Hace cinco años escuchamos lo mismo: la promesa de un transporte digno. Era el sexenio en el que Casa Jalisco era habitada por un integrante del PRI. En ese entonces el gobernador aseguraba que de no aumentar el precio de la tarifa, seguiríamos con los mismos camiones de siempre, que la bancarrota de los operadores era inminente, que los camioneros laboraban en números rojos desde hacía muchos meses.
El aumento se mostraba como una medida inevitable porque el abandono de los gobiernos del PAN así lo exigía. Nos dijeron que el transporte público en Jalisco demandaba mayores recursos para poder modernizarse y lograr los estándares de calidad necesarios.
Para intentar convencer a la sociedad, en aquel momento se prometieron muchas mejoras. Se mencionó el tener nuevas unidades en condiciones dignas, ofrecer monitoreo en tiempo real de los camiones, nuevas estaciones para esperar la subida, puras maravillas y un sistema que permitiera el trasbordo.
Los años han pasado y las condiciones, salvo contadas excepciones, permanecieron de la misma manera.
En la Ciudad de México también resonaron los ecos del aumento hace algunos ayeres. El sistema de metro solicitaba un aumento para poder ofrecer un mejor servicio. Dijeron que se acabarían con los tumultos gigantescos de usuarios, que se detendrían los apagones, que funcionarían a la perfección las estaciones. En ese entonces despachaba desde el Palacio del Ayuntamiento un político que llegó por el PRD. El precio del viaje aumentó tras una oleada de protestas.
Hoy sería difícil encontrar a alguien que considere que esos incrementos sirvieron para mejorar al sistema de transporte masivo.
Estos dos casos nos muestran que los aumentos a las tarifas de transporte público no traen en automático la oportunidad de hacer mejoras. También nos muestran que los partidos van y vienen, pero que las inversiones necesarias para actualizar al transporte público fallan.
Soy de quienes piensan que la movilidad es un derecho antes que un negocio. Es cierto, es necesario cubrir los gastos para poder operar dignamente al transporte público masivo, sin embargo creo que antes de golpear al bolsillo de las familias es posible realizar mejoras sustanciales que no significan una inversión onerosa que demanden aumentos a las tarifas.
Algunos ejemplos de las mejoras son la geolocalización de las unidades en tiempo real, para poder tomar las mejores decisiones sobre en dónde y cuándo acercarnos a una estación; también es sumamente relevante el reordenamiento de rutas, para que las unidades pasen por donde es mejor para el usuario y no donde es más negocio; la aplicación del prepago es fundamental para poder exigir transparencia a los concesionarios, para poder saber cuánta lana entra; y finalmente se podrían permitir los transbordos de una ruta a otra con precios menores que el primer viaje.
Estos rasgos podrían salir adelante con voluntad política, poniendo orden en los concesionarios y, sobretodo, entendiendo que la movilidad es un bien público.
El pasado sábado, en pleno periodo vacacional, el gobierno de Jalisco encabezado por el partido MC, permitió el aumento a la tarifa del transporte público. También se prometieron las mejoras, también se reconoció que no había alternativa, también hubo protesta social, hubo algunos casos de violencia para contenerla, hubo descalificaciones y también hubo aumento en la tarifa.
Frente a ello hemos decidido salir a las calles, señalar la injusticia y también hemos decidido iniciar el proceso para crear una iniciativa popular, una propuesta de ley que es respaldada por miles de personas, para decirle no al aumento y exigir mejoras en nuestro transporte público en Jalisco.
A partir de los siguientes días trabajaremos de la mano de personas, colectivos y organizaciones, una iniciativa de ley que nos permita enfrentar al complejo y muy serio reto del transporte en nuestras ciudades; defendiendo la visión de la movilidad como derecho y no como el negocio de unos cuantos.