Pedro Kumamoto: Podemos evitar 247 mil muertes

Lo que comemos nos está matando
Lo que comemos nos está matando
Riesgo.Lo que comemos nos está matando
Nación321
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Pedro Kumamoto
Excandidato independiente al Senado por Jalisco
2019-03-26 |06:08 Hrs.Actualización06:31 Hrs.

Cada año millones de personas en México asisten a un funeral que pudo haberse evitado. Todos los días se lloran esas muertes prematuras, que calan por saber que pudimos haber hecho algo para detenerlas.

 Según el INEGI, cada año se nos van 247 mil personas por enfermedades relacionadas con sobrepeso y obesidad. Cada año muere un cuarto de millón de personas por fallas cardíacas o por diabetes mellitus en nuestro país.

Estas muertes, que pueden detenerse, deberían ser una prioridad para los gobiernos de todos los niveles. En primer lugar debería ser un asunto de mayor atención por un principio humano, pues esta problemática genera sufrimiento y muerte. 

En segundo lugar, por sus consecuencias económicas para el país, pues México gasta el 2.25% de su Producto Interno Bruto en tratamientos, medicinas, prótesis, operaciones y demás medidas que hacen frente a estos padecimientos. 

Finalmente, se vuelve urgente atender este mal por sus repercusiones sociales, ya que no puede existir una sociedad justa y libre si dentro de sí hay personas que sufren una enfermedad o no pueden hacerse del derecho a la salud.

Aunque las causas de la obesidad son diversas, los estudios de la Organización Mundial de la Salud nos apuntan que la dieta es el factor principal. Dicho de otra manera, lo que estamos comiendo nos está matando. 

Los expertos señalan que esto se debe a que cada vez son más accesibles los alimentos procesados y con un bajo contenido nutricional. Basta ir a la tienda más cercana para identificar que casi siempre es más fácil conseguir un refresco, frituras o dulces que comprar fruta o semillas.  

México no es el único país con este gran problema. Estamos hablando de una pandemia con escala global y, por lo tanto, también las posibilidades para poder lograr alternativas y soluciones se pueden compartir entre distintos países. Revisemos algunas propuestas que podrían ayudarnos a hacerle frente a este terrible problema.

Chile, Reino Unido y Francia son pioneros en impulsar que las etiquetas de comidas y bebidas sean claras para que los consumidores conozcan el contenido de lo que están ingiriendo. 

En algunos casos se usan semáforos que alertan de las altas cantidades de grasa o azúcar en un producto, en otros se impulsan gráficos que señalan su aporte al consumo diario recomendado. Imaginemos que en el envoltorio de tu postre favorito te indicara con claridad qué consecuencias tendrías al ingerirlo. Probablemente moderaríamos más las porciones en nuestra alimentación.

En México se ha impulsado un etiquetado informativo que lamentablemente presenta muchos problemas metodológicos y no es claro, pues sólo el 13.8% de la población mexicana la entiende según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición. 

¿Por qué si sabemos que el etiquetado no está funcionando para informar y modificar hábitos en la alimentación no se ha cambiado? Porque lamentablemente los intereses de las industrias refresqueras y de alimentos procesados han prevalecido sobre el acceso a la información. Pero vale la pena seguir esta lucha.

Los países que han implementado estas medidas informativas efectivas han demostrado, año con año, que la población ha usado la información y ha decrecido su consumo de azúcares y grasas. Esto es una gran noticia, pues demuestra que si existe la información adecuada, las personas son capaces de tomar mejores decisiones.

Hay más ideas ejecutadas en otras latitudes. Normas oficiales que permiten hacer más accesibles productos saludables en tiendas, huertos comunitarios que impulsan el conocimiento nutricional y prácticas agroecológicas, la instalación masiva de bebederos en instalaciones y espacios públicos, así como los impuestos especiales a las bebidas azucaradas, una estrategia que debe revisarse.

Podemos ver cómo esta pandemia es enfrentada en otras partes del mundo y llenarnos de ideas para lograr el cometido: que nuestro país deje atrás tantas muertes prematuras. 

Por la vida de miles de personas, por la salud, por una sociedad justa y por los ahorros en el gasto público que esto significaría, esta agenda se vuelve una prioridad para el país. Empecemos ya la discusión sobre qué podemos hacer.