La pandemia, la emergencia climática y de seguridad que vivimos, nos ha recordado lo difícil que es lograr que la población disfrute del acceso a derechos básicos, como la salud, seguridad, educación y de ingreso. Y cada día, esta falta de acceso de derechos es más visible.
En palabra llanas, a las personas, padres y madres de familia les preocupan cosas muy específicas y a la vez simples: seguridad para que sus hijos lleguen bien a casa, buena economía para poder llevar comida a la mesa y alcance a un doctor si alguien de la familia se enferma.
Sin embargo, aunque son a simple vista sencillas, requieren de esfuerzos enormes por parte de los aparatos de gobierno para que se puedan cumplir a cabalidad. Y sobre todo, significa que los encargados de ejecutar estas acciones gubernamentales que le faciliten los puntos anteriores a nuestras familias tengan una visión de servicio.
El proceso electoral me ha permitido pasar mucho tiempo conviviendo de forma intensiva con la comunidad de mi ciudad: Zapopan.
Y he visto en esas personas ese halo de preocupación por no poder satisfacer las necesidad que menciono anteriormente. Sin embargo, a pesar de eso, lejos de sonar derrotados, siempre están pensando en qué hacer extra, qué negocio alterno emprender, de qué forma solucionar sus problemas de formas creativas pero sobre todo resilientes.
La ciudad, sin embargo, sabemos estadísticamente que por más admirable que sea el esfuerzo de su comunidad, es necesario que el aparato gubernamental le facilite las cosas a estas gran personas. Y no lo está haciendo.
Zapopan tiene 382,961 personas en situación de pobreza (28.1%) y 26,518 personas en situación de pobreza extrema (1.9%). Este es el número de personas en situación de pobreza y pobreza extrema más alto de todo el estado de Jalisco para un municipio.
La ciudad tiene que preocuparse por invertir en las capacidades de las personas y los pequeños negocios y no solo por los contratos millonarios que enriquecen a sus cuates.
La solución es clara: debe de iniciar desde las bases, apoyando el desarrollo de proveedores y fortaleciendo las cadenas productivas en sectores estratégicos como el agroalimentario, tecnologías de la información, industrias culturales, salud y educación.
También hay que acercar desde pequeños a las y los niños a actividades que tengan un futuro prometedor en el mundo moderno. Las escuelas de tecnologías y programación, por ejemplo, tienen una gran factibilidad en Zapopan.
Este municipio ya es una potencia y semillero de empresas tecnológicas en Latinoamérica. Por ello es vital acercar a las juventudes desde temprana edad a conocimientos que les posicionen en mercados más competitivos y mejor pagados. Además, presenta la ventaja de ser una inversión módica: capacitación y laboratorios en centros comunitarios.
Pasos como los anteriores, bien pensados y ejecutados pueden ayudar a cubrir los 10,000 empleos especializados que la industria tecnológica tan solo en Jalisco necesita, año tras año.
La resiliencia y la tenacidad de las personas son de los valores más difíciles de encontrar. Sumado a esto, el modelo político ha impulsado que las sociedades sean cada vez más apáticas respecto a su comunidad.
No es el caso de Zapopan y da mucho orgullo.
Lo más difícil ya está hecho, ya viene en la psique de quienes aquí habitan, ahora es tarea de sus gobiernos potenciarlos y sobre todo, no defraudarlos.