En menos de una semana, estudiantes realizaron dos manifestaciones en Ciudad Universitaria que fueron detonadas por la falta de pago de las becas Elisa Acuña, creadas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en 2020 y deshidratadas por su mismo gobierno en perjuicio de decenas de miles de los jóvenes más necesitados de apoyos, que lo que más apreciaban eran los 40 pesos al día para comer. Estas becas son el último ejemplo de la hipocresía del gobierno, donde la frase “primero los pobres” esconde el golpeteo a ese segmento de la sociedad, a la que se le regatean y arañan los recursos que por ley debían recibir, para poder seguir inyectando recursos al barril sin fondo que es la refinería de Dos Bocas.
Las becas son parte de los Programas de Becas para Estudiantes de Educación Superior, que maneja Abraham Vázquez Piceno, cercano a Daniel Asaf Manjarrez, jefe de la Ayudantía de López Obrador, que a su vez está fuertemente ligado al hijo del Presidente, Andrés, y a quien la Secretaría de la Defensa Nacional investigó por presuntos actos de corrupción, que nunca llegó a nada, como sucede con todo el entorno presidencial en estos casos.
Vázquez Piceno fue uno de los coordinadores de campaña presidencial en la Ciudad de México en 2018, y comenzó a trabajar en el gobierno como uno de los que abrían el paso para que la camioneta de López Obrador pudiera avanzar en las giras. Fue nombrado el 11 de junio de 2021 coordinador nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, cuyo presupuesto anual es de alrededor de 2 mil 500 millones de pesos. Era importante que la operación para seguir desviando dinero a los megaproyectos presidenciales fuera administrada por un incondicional y pieza desechable si en algún momento le llegaran a fincar responsabilidades por el ejercicio indebido del servicio público.
El Programa de Becas para Estudiantes de Educación Superior comenzó a ser descapitalizado deliberadamente para devolver el presupuesto a la Secretaría de Hacienda y que ésta lo inyectara en lo que necesitara, que fundamentalmente es en la refinería de Dos Bocas, donde pese a que el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, le ha dicho al Presidente que la obra se traga todo el dinero, López Obrador le ha ordenado que siga metiéndole recursos, obtenidos de donde se pudiera. Las becas resultaron presa fácil.
Tan pronto llegó Vázquez Piceno, la deshidratación comenzó. En 2022, su primer año completo al frente de los programas, la tendencia ascendente de las becas se interrumpió. Hacienda le quitó 2 mil 473 millones de pesos a las Elisa Acuña y al Programa Jóvenes Escribiendo el Futuro, mientras Vázquez Piceno, en lugar de pelear los recursos, ocultó lo sucedido, afectando a casi 300 mil estudiantes de la UNAM, el Politécnico, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y otras instituciones públicas de educación pública.
Para el año fiscal 2021-2022, la inercia permitió otorgar becas a 603 estudiantes, escasas 15 mil becas más de las que se otorgaron en 2014-2015. La reducción presupuestal para este año fue de 58%, de 4 mil 333 millones a mil 927 millones de pesos, que afectó a 171 mil estudiantes que tenían las Elisa Acuña, dejando a más de 8 mil, la mayoría mujeres, sin dinero para comer, y a decenas que les quitaron los apoyos para poder moverse en el extranjero. Bajo la dirección de Vázquez Piceno, ya no se emitieron convocatorias al programa de becas en 2022 y 2023 y las Elisa Acuña fueron eliminadas de los programas prioritarios. A finales del año pasado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el Coneval, dijo que el programa de becas carecía de manual de organización, fechas de convocatorias para nuevos ingresos y pago de becas. Pero es lo mismo. No importaban las irregularidades, probables delitos y denuncias o críticas, como la que hizo a principio de año el gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, que lo llamó “prepotente”.
La triquiñuela para que los López lo llevaran a ese cargo era la funcionalidad que tenían en él para no aplicar el presupuesto. En el primer semestre de 2022, el final del año fiscal, ni un solo peso de los casi 2 mil 500 millones presupuestados. En el año fiscal 2022-2023, ni siquiera se presupuestaron las becas Elisa Acuña. De hecho, en el presupuesto general autorizado para el anterior año fiscal, sólo se ejerció 21% de los recursos, mientras que para este año, la aplicación de los recursos está en menos 57.6%.
Los reclamos de los estudiantes por la cancelación de las becas Elisa Acuña llevaron a la Secretaría de Educación Pública a informar que había entregado en la primera parte del año fiscal 2023, 28 mil millones de pesos para los programas prioritarios del gobierno. La UNAM respondió que era falso. La controversia continúa y no la ganará ni la Universidad ni otra institución de educación superior. Los estudiantes que marcharon en Ciudad Universitaria este lunes presentaron un pliego petitorio que será discutido por las autoridades el 4 de mayo próximo, donde demandan una beca universal que cubra transporte, alimentación, vivienda y los materiales necesarios por el tiempo que dure la educación.
Si algo logran no será del gobierno, sino de las propias instituciones públicas de manera voluntarista. Lo que está haciendo Vázquez Piceno al no ejercer el presupuesto es que los recursos tengan que ser devueltos a la Secretaría de Hacienda para que disponga de ellos. Es decir, es una especie de presupuesto disfrazado con un destino específico, que mediante una irregularidad administrativa de quien es responsable de aplicarlo, regresa en su totalidad a las arcas del gobierno para que sea redirigido a otro rubro. Esto es un engaño al Congreso, que recibe un presupuesto de egresos, lo pule y lo modifica, sabiendo el gobierno que al final, lo utilizará en lo que son sus prioridades, que no son los estudiantes en educación superior.