Por más que la prensa intentó sacarle al presidente Andrés Manuel López Obrador detalles de la plática que sostuvo el martes por la mañana con Claudia Sheinbaum, precandidata presidencial de la cuatroté, no fue posible arrancarle un dato relevante a quien presume que su pecho no es bodega. ¿Cómo estás de salud?, ¿cómo está la familia?, ¿qué tal Beatriz?, fueron las preguntas que, por las respuestas de López Obrador, fue de lo que trató la plática, solicitada por ella. ¿Hablaron de la precampaña?, ¿de Marcelo Ebrard?, ¿algo electoral? Nada de eso, respondió; se vieron como amigos y compañeros por 23 años.
Esa conversación personal, íntima, era más para acompañarla con un café un domingo que tenerla en horas de trabajo, y su respuesta es inverosímil, por su personalidad, por el contexto y por el mensaje que envió, al llegar ella a Palacio Nacional por una puerta donde no había nadie y salir por otra donde estaba la prensa. ¿Por qué se quería que se supiera? Lo sabrá el Presidente y quizás ella, pero detonaron conversación y mucha especulación. Sin embargo, lo único inédito es que se publicitó el encuentro, a diferencia de otros momentos electorales en el pasado donde el Presidente se reunía discretamente con su candidato presidencial.
En cualquier caso, puede descartarse que haya sido por alguna inconformidad del Presidente con Sheinbaum, por la simple razón de que cada vez que ha estado molesto por una acción o decisión de ella, le manda decir con sus colaboradores, no la manda llamar a Palacio a media mañana. Pero la principal es que lo que tenía que decirle, ya está dicho; los lineamientos establecidos por él ya están comprometidos por ella. Sheinbaum es la candidata de la continuidad y a quien le rinde tributo es a su mentor, como deja plasmado en su documental biográfico estrenado el martes mismo, que empieza y termina con López Obrador.
Es un misterio qué era lo que Sheinbaum quería plantearle, y lo único que es raro, porque está fuera de lugar, es que en la mañanera de ayer López Obrador recordara el instrumento de revocación de mandato, la espada de Damocles que tendrá sobre ella, si su gobierno –de ganar la elección– no consolida su proyecto, o si se aleja de los criterios generales que quiere que su sucesora siga.
Las instrucciones para Sheinbaum fueron redactadas cuatro meses antes de que fuera ungida como coordinadora de los Comités de Defensa de la cuatroté, y contiene 10 puntos, comenzando por su compromiso de combatir “frontalmente” la corrupción. Esa fue la promesa electoral de López Obrador, que ha sido muy exitosa de labia, pero un fracaso en los hechos.
El segundo compromiso es fundamental para el legado de López Obrador: concluir e impulsar sus megaproyectos. Nada sería más dañino en términos de imagen que Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles acabaran como elefantes blancos y símbolo de la incapacidad de gestión presidencial. El aeropuerto va volando hacia ese destino, porque la falta de conectividad terrestre lo hace inviable comercialmente, pese a las presiones y amenazas que han recibido las aerolíneas para mudar sus operaciones a Santa Lucía. Dos Bocas y el Tren Maya probablemente no se terminarán de construir cuando finalice el sexenio, pero lo más importante, y de ahí el énfasis al impulso, es que cumplan lo ofrecido: volver autosuficiente a México en gasolinas, y que se detone el turismo en el sur del país.
El tercer y cuarto puntos, de acuerdo con un borrador de los compromisos exigidos por López Obrador, es que el próximo gabinete mantenga el criterio de equidad de género, que está intrínsecamente vinculado con la petición de que se reconozca la trayectoria de los actuales miembros del gabinete para que continúen en sus cargos, que tiene como principales destinatarias a las secretarias de Gobernación, Luisa María Alcalde; Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, y Economía, Raquel Buenrostro.
Los puntos 5, 6 y 7 tienen que ver con la expansión de la militarización en el país, mediante el fortalecimiento del Ejército, la Guardia Nacional y la Marina, que no se detalla en el documento, pero que no se puede entender si no es con incrementos presupuestales y una mayor participación militar en la vida civil del país. Será el punto más delicado, pues existe una desconfianza recíproca entre la precandidata y las Fuerzas Armadas, y su carta fuerte en seguridad, Omar García Harfuch, no goza de la confianza en Lomas de Sotelo, como sí la tiene entre los marinos.
La política de austeridad es una de las directrices que deja López Obrador en el punto 8 de los compromisos, pero con un énfasis en el documento en mayores recortes presupuestales a los medios masivos (radio y televisión) y tradicionales (impresos) de comunicación, que son uno de sus tres enemigos públicos más importantes. Esta política tiene que ir acompañada, como establece el punto 9, en la creación de nuevas figuras blogueras (los que inventó el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, son disfuncionales, están quemados como fusibles y, además, metidos en una corrupción que probablemente salga a la luz pública) y financiamiento de sitios alternativos en internet, como se ha hecho en esta administración apoyando a algunos que son muy profesionales, que no hacen propaganda y ofrecen una visión distinta y relevante.
El último punto es una quimera. López Obrador quiere que sobreviva la mañanera para lo que define como mantener comunicada e informada a la sociedad, que en la práctica ha sido un instrumento de propaganda y polarización. Si los anteriores puntos son factibles, el 10 parece imposible. La mañanera es un traje hecho a la medida por y para López Obrador. Nadie entre quienes buscan la Presidencia o en el paisaje político nacional es capaz de actuar con la cara dura del Presidente y la piel llena de grasa para que todo le resbale. Pero esa es otra discusión.
Lo que queda es el decálogo de instrucciones para Sheinbaum y la amenaza implícita: si no acata, revocación de mandato.