El 9 de diciembre de 2005, pasadas las cinco de la mañana, Luis Cárdenas Palomino, en ese entonces director de Investigación Policial de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), le habló por teléfono a dos muy buenos amigos, Pablo Reinah, que era reportero de Televisa, y Miguel Aquino, que era el jefe del área de Seguridad y Justicia de TV Azteca, para decirles que habían detenido a tres personas y rescatado a tres víctimas de secuestro en el rancho Las Chinitas, enviándoles la ubicación para que se trasladaran y entrevistaran a víctimas y victimarios. Las dos televisoras movilizaron unidades móviles para enlazarlos en vivo con los conductores de sus programas matutinos, Carlos Loret y Sergio Vicke.
Los equipos de camarógrafos de las televisoras llegaron antes que Reinah y de Ana María Gámez, a quien había enviado Aquino, que se retrasó porque la motocicleta en donde se transportaba se averió. Cuando Reinah le informó a la productora ejecutiva del noticiero de Loret, Azucena Pimentel, actualmente cercana colaboradora del vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, que aún no llegaba la reportera de TV Azteca, apresuraron el inicio de la transmisión. Así comenzó lo que se convirtió en una cadena de confusiones, omisiones, carrusel de palabras mal utilizadas y engaños, que dieron origen al mito del “montaje” de la captura de la secuestradora francesa Florence Cassez.
Ese mito fue mostrado como una realidad ayer, durante la reunión mañanera en Palacio Nacional, como lo había prometido el presidente Andrés Manuel López Obrador. Jenaro Villamil, un reconocido crítico de la televisión privada y actual presidente del Sistema Público de Radiodifusión del gobierno, presentó lo que se ha descrito por años como el “montaje” de la captura de Cassez, enfocándose sólo en la transmisión de Loret, que comenzó exactamente a las 6:47 de la mañana, cuando Reinah le dice a Loret:
“Yo me encuentro en la carretera México-Cuernavaca, es la carretera libre. Ellos están (los policías), como tú ves, ingresando a lo que es un rancho. Nosotros estamos también aquí pues conociendo los datos en estos momentos prácticamente en vivo de lo que está pasando. Lo que te puedo adelantar, Carlos, es que se trata de un menor de edad, una mujer que es su madre. Este pequeño, al parecer, tiene ocho años y hay una persona también que no tiene nada que ver con ellos”.
La pregunta que pudo haber comenzado a colocar las cosas en su justa dimensión es por qué, si “prácticamente” se estaba realizando la operación en vivo, él conocía esos datos cuando supuestamente no había policías dentro de Las Chinitas. No se sabe si Loret o Pimentel sabían de la llamada que más de una hora antes había recibido de Palomino, quien ya le había dado, como a Aquino, la información básica de lo que habían encontrado dentro del rancho. Un minuto después, 6:48, Reinah agregó que en el interior se encontraba “el jefe de la banda”, que estaba casado –era una imprecisión– con una francesa. Nadie reparó en ningún momento, salvo ayer mismo, en la mañanera, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para justificar la narrativa del “montaje”, que él ya sabía qué había pasado en el interior.
Villamil presentó la transmisión de Loret tal y como salió al aire esa mañana, con tomas cerradas de la cámara, como es normal en ese tipo de situaciones. Sin embargo, un video realizado por los servicios técnicos de la AFI, que nunca ha salido a la luz pública, muestra lo que integralmente sucedió. El video registra cómo minutos antes de iniciar la transmisión en vivo, entraban y salían algunos técnicos de TV Azteca de la cabaña en el rancho, mientras se preparaba Reinah, y Gámez luchaba por llegar sin más retraso. Otra imagen muestra el momento en que, poco después, Reinah entra con un grupo de agentes al rancho, quienes van en formación táctica, y llegan a la cabaña.
La captura ya se había producido, cuando menos 90 minutos antes, así como el rescate de las tres víctimas. Cuando entró ese grupo de policías acompañados por la transmisión en vivo al grito de “policía federal”, no había tensión dentro de la cabaña, porque toda la operación estaba concluida. Dentro de la cabaña estaba esperándolos Palomino. El entonces director de la AFI, Genaro García Luna, declaró en el programa de Denise Maerker “Punto de Partida” en Televisa, que esa “escenificación” –que significa poner en escena una obra de teatro– se había hecho por petición de los periodistas.
La descripción de García Luna, aunque precisa, fue desafortunada, lo que llevaba a una pregunta subsecuente que nadie hizo: ¿a cuáles o cuántos periodistas se refería García Luna? El video grabado por personal de la AFI muestra que transmisiones en vivo las realizaron cuando menos cinco medios, aunque a los únicos o los primeros a quienes se convocó fue a Televisa y TV Azteca. Ese video, que sólo registra la operación mediática, desnuda un viejo método de comunicación política en México que era común antes de ese 9 de diciembre, y que no sólo se utilizó después, sino hasta hoy en día en las mañaneras.
Las autoridades, en México y en otros países, siempre buscan construir un consenso para gobernar a partir del acomodo de información o el manejo de la propaganda. Lo que se presentó ayer en la mañanera, manejado con cuidado por Villamil, tratando de contextualizar sin recargarse demasiado en ningún medio, parecía tener como principal destinatario a Loret, que mantiene una relación tóxica con López Obrador.
La historia del “montaje”, sin embargo, es mucho más importante que lo que se conoce, porque fue producto de intrigas palaciegas, enfrentamientos a golpes entre miembros del gobierno, ajustes de cuentas entre funcionarios y marrullerías en la Suprema Corte de Justicia, desconocidas por la opinión pública, que nos han tenido bailando por 16 años alrededor de la parte más cosmética de todo este episodio del cual no logramos salir.