Hace 10 días, las resistencias en Palacio Nacional a Omar García Harfuch se habían levantado y era seguro que la candidatura de Morena para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México quedaría en sus manos. Pero al cerrar la última semana, el encuadre electoral capitalino se había movido y las señales apuntaban a que se le había esfumado la oportunidad a García Harfuch y la balanza se había inclinado hacia Clara Brugada. La lucha entre los dos continúa, pero la correlación de fuerzas en donde se toman las decisiones ha cambiado.
García Harfuch, impulsado por la exjefa de Gobierno capitalino contra el sentir del presidente Andrés Manuel López Obrador, había ido venciendo todos los anticuerpos del radicalismo de Morena y de los ataques animados por el odio que le tiene el fiscal, Alejandro Gertz Manero, porque las encuestas públicas lo colocan con ventaja suficiente sobre Brugada y sobre cualquier contendiente, interno o externo. Pero para tener una información más precisa para la toma de decisiones, el Presidente pidió un estudio que midiera las posibilidades de ambos.
Hace dos fines de semana le entregaron los resultados. Morena no tendría problema en ganar, con García Harfuch o con Brugada, le dijeron al Presidente, pero había un dato importante que hacía la diferencia. Brugada no podría recuperar el voto de las clases medias en el poniente de la Ciudad de México que se perdió en las elecciones intermedias de 2021, pero García Harfuch sí podía lograrlo, con lo cual aumentaba sustancialmente las posibilidades de que el Congreso capitalino tuviera una mayoría de Morena.
La contundencia del estudio encargado a una empresa privada que le hace trabajos a la Presidencia, llevó a López Obrador a recular en su apoyo a Brugada y dar el aval para que la candidatura fuera para el exsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana. El giro del Presidente era importante, porque se dio en el marco de una embestida furiosa contra García Harfuch de los sectores duros y puros de Morena, y del activismo a favor de Brugada de prominentes funcionarios cercanos a López Obrador.
Pero la decisión de hace dos fines de semana por García Harfuch cambió. López Obrador retiró el aval al candidato de Claudia Sheinbaum, virtual candidata a la Presidencia, y regresó el respaldo a Brugada. No se sabe cuáles fueron las razones de la rectificación presidencial, pero hay dos factores que pudieran haber incidido.
Uno es el riesgo de una ruptura interna en Morena por la imposición del exsecretario, cuyo pasado ha sido criticado, incluso por el mismo Presidente, por sus filiaciones con gobiernos del PAN y del PRI. El otro es sobre el papel que jugó García Harfuch como coordinador de la Policía Federal en Guerrero en el contexto de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, un crimen por el cual siete de sus subordinados están en la cárcel.
Las críticas sobre su pasado en gobiernos opuestos a López Obrador están enfocadas en su trabajo en la Agencia Federal de Investigaciones bajo el mando de Luis Cárdenas Palomino, exdirector de Investigaciones y más adelante responsable interino del organismo, que pertenecía al grupo cercano del exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, que ha sido utilizado sistemáticamente por el Presidente como metáfora de corrupción y violencia en el gobierno de Felipe Calderón. Sin embargo, en la coyuntura actual, Ayotzinapa es el tema que más está quemando los pies de García Harfuch.
Hace unas tres semanas, el subsecretario de Gobernación y responsable del caso Ayotzinapa, Alejandro Encinas, lo señaló como miembro de la “junta de autoridades” –el expresidente Enrique Peña Nieto y su gabinete de seguridad– que fabricaron la verdad histórica, lo que puso al descubierto que no lo habían citado a declarar, y que lo único que se tenía de él en el expediente era una declaración por escrito. Al quedar expuesto por la denuncia de Encinas, el Presidente, molesto, le reclamó al fiscal Alejandro Gertz Manero, que tiene previsto citarlo a declarar esta semana.
Gertz Manero ha sido uno de los altos funcionarios que ha hecho cabildeo en Palacio Nacional contra García Harfuch, pero no es el único, y cada vez es más público quiénes están encabezando la oposición al aspirante a gobernar la Ciudad de México. Este domingo, en una acción en su contra, se realizó un “foro ciudadano” sobre la Constitución Política de la Ciudad de México, un tema completamente fuera del contexto actual, que fue abierto por el sociólogo Hernán Gómez Buera, que recién escribió un libro contra el exconsejero jurídico de la Presidencia y promotor de García Harfuch, Julio Scherer, y que fue promovido en sus redes sociales por Encinas. La última ponente del foro fue precisamente Brugada.
La exalcaldesa de Iztapalapa es la candidata de los grupos considerados puros dentro del lopezobradorismo, donde se encuentra el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, que aunque está en el cuarto de guerra de la precandidata presidencial, Claudia Sheinbaum, está opuesto a García Harfuch, y plumas y cuentas en redes sociales asociadas a él son parte de la campaña sistemática en contra del exsecretario capitalino.
Hasta el cierre de la semana pasada, la batalla intramuros en Palacio Nacional la estaban ganando los puros, y la inclinación del Presidente se había vuelto a mover hacia Brugada. Los datos sobre la imposibilidad de que recuperara votos entre las clases medias que se evaporaron –con respecto a la elección presidencial de 2018– en las elecciones del próximo año ya no estaban siendo un factor determinante a favor de García Harfuch, quien en coincidencia con ese jaloneo interno intensificó su pasarela por medios electrónicos.
La decisión sobre la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México se definirá mediante una encuesta cuyos resultados serán dados a conocer el 30 de octubre, pero la posición de López Obrador, que se transmite a través de mensajes directos e indirectos, será determinante. Hasta ahora esa posición ha sido oscilante, y pese a lo sólida que parecía estar Brugada hasta hace tres días, todavía no hay nada seguro para nadie.