A diferencia de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, capitalinos, Adán Augusto López tiene terruño. El lunes lo demostró en una gira por su natal Tabasco, donde se dejó querer por sus paisanos y donde demostró que el político que llegó a la capital hace año y medio tiene un músculo regional que otras corcholatas no.
Adán juega en doble vía y pronto empezarán a resentir eso sus adversarios en la carrera por la candidatura de Morena a la Presidencia de la República. El secretario de Gobernación ejerce plenamente la visibilidad y fuerza que le da ese puesto y, cuando así lo desea, va a su tierra, que es la del Presidente, a hacer mítines de campaña.
Mientras Sheinbaum y Ebrard necesitan inventarse una agenda para poder visitar entidades y acercarse a la militancia de otras regiones, Adán tiene un estado completo en la mano.
En cambio, la jefa de Gobierno y el canciller no pueden decir lo mismo. La Ciudad de México es veleidosa con respecto a su actual mandataria y también a su exgobernante.
A Claudia en 2021 le voltearon la cara en las elecciones, y hay enclaves y sectores que le recelan su mimetismo con Palacio Nacional, y su desdén frente a gobernados que no simpatizan con el morenismo.
La imagen de Marcelo, por su parte, está tocada por la Línea 12. Y existe la duda de si en una hipotética campaña presidencial podrá conquistar a las maltratadas franjas de clase media que su jefe López Obrador desprecia.
En todo caso, si Sheinbaum y Ebrard reclamaran que la CDMX es su bastión caerían en una suma cero que canibaliza sus posibilidades. Adán Augusto llega a Tabasco, en cambio, y el estado más lopezobradorista del país lo ve como el primo-hermano del hombre por el que sienten un orgullo exultante. El edén es hoy tan de AMLO como del titular de Segob.
Que ya era tiempo de que al sur le lloviera en su milpita, es algo en lo que medio país está más que de acuerdo. Y con Andrés Manuel se le ha dado una prioridad que lejos está de haber subsanado ancestrales rezagos. Quizá nunca en un solo sexenio había tenido tan grande obra: una refinería, conexión interoceánica, carreteras, aeropuertos y Tren Maya.
De esa región es natural Adán. ¿Qué alianzas podrá trazar para hacerse –para empezar– del respaldo de la clase política del sur además de la tabasqueña? El teléfono rojo, y una agenda nacional siempre urgida de acuerdos entre niveles de gobierno, seguro ayudan.
Ello no presupone que otros suspirantes se resignen a dejar esa cancha libre al tabasqueño. Se comenta que Claudia trabaja en la zona con operadores nada improvisados, y de Ebrard no hay que descuidar que opera hasta con diputados vestidos del Partido Verde, que no tienen poca influencia en Chiapas y Quintana Roo, para empezar.
En las semanas por venir la batalla arreciará. El plano mediático le dará a Adán Augusto motivos suficientes para estar en la agenda, pues le toca –por principio– defender (sin regatear, como ha quedado claro, ataque alguno a quienes disienten) las reformas legislativas y las decisiones del presidente López Obrador.
Adán Augusto fue antier a su tierra a inaugurar un puente en Centla. Las imágenes no mienten: está en su elemento, en su agua, como dice su famoso paisano. Tiene un bastión, ventaja desde la que podría seguir creciendo en visibilidad mediática.
Aunque también es cierto que mientras más se empodere, más resentirán otros actores, incluyendo partidos aliados, su ventaja de ser, además de precandidato tabasqueño, secretario de Gobernación.