Si la oposición ofrece todo lo contrario a Andrés Manuel, sus votantes tendrán una oferta cuasi perfecta: eso quieren oír los antilopezobradoristas.
En cambio, Claudia Sheinbaum la tiene más complicada: cómo vender más de lo mismo sin generar demasiado miedo, sin provocar feas olas al apelar al voto duro de Morena, sin despertar el nerviosismo de quienes buscan, anhelan, moderación y sensatez, como los inversionistas.
Un ejemplo son las pensiones. El viernes, al calor del mitin de arranque de campaña en el Zócalo, la candidata oficial fue clara: si gana, adiós al sistema de retiro como lo conocemos, es decir las Afores, desde tiempos de Zedillo. Aunque ayer, menos de 48 horas después, matizara.
Aquí esa parte del discurso del 1 de marzo, distribuido por la oficina de Sheinbaum: “Vamos a apoyar la iniciativa presidencial que recupera pensiones justas, se va a echar para atrás la reforma a las pensiones del periodo neoliberal, de Zedillo y de algunos que no queremos recordar”.
Echar para atrás, literalmente. Y como desde el gobierno promueven el tener mayorías para hacer y deshacer en el Congreso sin pedirle a la oposición nada, y como encuestas tipo la de Reforma de diciembre dicen que la gente quiere que la presidencia tenga mayoría, pues bye Afores.
Sin embargo, ayer en Guadalajara, Sheinbaum intentó matizar: explicó su lectura de la reforma en pensiones que AMLO anunció el 5 de febrero, esa cuyos alcances no han sido suficientemente explicados y menos debatidos, pero que, dijo este domingo Claudia, no cancelaría las Afores.
De hecho, Claudia dijo ayer algo que no es cierto. O al menos hasta ahora la reforma no pretende lo que afirma ella cuando declara que “lo que estamos haciendo es que haya pensiones dignas y que las personas se puedan jubilar al menos con el salario medio del IMSS”.
Tenemos dos problemas. Un Presidente que lanza discursos que sobrevenden esa reforma, y una candidata que incurre en excesos como al hablar de echar para atrás la reforma de Zedillo, o que declara que la gente “al menos” tendrá una pensión del salario medio del IMSS.
Si las cosas no han cambiado, lo que la reforma busca es que cualquiera con igual o menor ingreso del promedio registrado en el Seguro Social, 16 mil 778 pesos mensuales, al retirarse tenga una pensión equivalente a su último pago. Y si luego copetea con la del bienestar, pues mejor. Punto.
Ofrecer esto último, que encima depende de un número dado de semanas de cotización y opera de forma escalonada, es una gran movida para el cierre del sexenio y como oferta de campaña. Y complementa la reforma de tiempos de Zedillo y la de tiempos de Felipe Calderón.
Si convencen de que existe el capital semilla con el que el gobierno pretende garantizar esos pagos, ¿quién podría objetar tal iniciativa? La oposición se daría un balazo en el pie si no apoya una reforma que es viable, y que le cambia el futuro a cientos de miles de trabajadores.
El problema es que un mes después de anunciada no hay realmente claridad, y que en el mitin las emociones ganan a las razones y se dicen cosas que o sí se piensan hacer y fue otro lapsus, o se está engañando a militantes y trabajadores con cuentos que complicarían la economía.
No se debe jugar con las esperanzas de los asalariados, menos con las de quienes ni mil dólares mensuales ganan, menos si eres la candidata científica. No se vale aunque el mitin haga tentador decir cualquier cosa contra los del pasado.
No se debe jugar con las esperanzas de los asalariados, menos con las de quienes ni mil dólares mensuales ganan, menos si eres la candidata científica