Salvador Camarena: Como un barco sin timonel

El desplome de uno de los trenes de la Línea 12 del Metro ocurrió la noche del lunes
El desplome de uno de los trenes de la Línea 12 del Metro ocurrió la noche del lunes
El percance.El desplome de uno de los trenes de la Línea 12 del Metro ocurrió la noche del lunes
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2021-05-05 |06:59 Hrs.Actualización06:59 Hrs.


El 9 de enero un incendio paralizó al Metro de la Ciudad de México. En el percance murió una policía, quedó destruida la sede maestra del Sistema Colectivo de Transporte y el servicio se suspendió durante días en muchas líneas y durante semanas en tres de ellas. Tras ese inédito suceso, una consultora de riesgos reportó que el mismo pudo haberse evitado "sin duda alguna".

"Este evento se presta para un debate más detallado sobre eventos catastróficos que con medidas de prevención se pueden evitar sin duda alguna", comunicó la firma RISC, que tiene una experiencia de más de 15 años en seguros técnicos. 

"Muchos aspectos adicionales que nos indican que en este caso el riesgo, desde un punto de vista integral, no estaba controlado, como un barco sin timonel", expuso la consultora en un reporte del 12 de enero, revelado en febrero por la reportera Dalila Sarabia, que lo trabajó para Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad (MCCI).

Hoy no sabemos gran cosa del peritaje sobre ese incendio, sus causas y menos sobre sus consecuencias. Pero no fue un evento menor. Cientos de miles de capitalinos padecieron la suspensión del servicio del Metro por semanas, una policía murió –reitero– y patrimonio público de un edificio de cinco plantas quedó reducido a cenizas.

Visto en retrospectiva, ese percance puede ser interpretado como una llamada de atención no atendida. Un ominoso antecedente de la tragedia del lunes que cobró la vida de al menos 24 capitalinos y ha dejado heridos a decenas más.

El hubiera no existe –de nada sirve pensar hoy que el incendio debió ser visto como una gigantesca y oportuna alerta de lo que pasa cuando se descuida la infraestructura de la ciudad–, pero en esa ocasión, hace sólo cuatro meses, fue evidente que algo no cuadraba en la manera en que la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum decidió amarrar su suerte, y la de millones de capitalinos, a la forma en que Florencia Serranía conduce –es un decir– el Metro.  

Este lunes, día en que se celebraba, como cada 3 de mayo, a los que construyen, el destino quiso recordarnos que la Línea 12 –su ejecución y sus escándalos– no es un capítulo cerrado. Por supuesto que hay materia para volver a preguntar sobre ello a Marcelo Ebrard, a Mario Delgado, a Miguel Ángel Mancera y a tantos otros.

Revisar el pasado es una de las tareas obligadas frente al dolor de un centenar de familias que preparan sepelios o rezan por sus hospitalizados. Pero al mismo tiempo, también está a juicio la administración de la doctora Sheinbaum, que ha llegado al momento de su verdad.

Justo cuando gozaba de la simpatía popular dada su eficacia en el tema de la vacunación, a la jefa de Gobierno la ha alcanzado la realidad. Una cosa es demostrar con el manejo del Covid algo que de tiempo atrás todo México ya sabía –que Gatell es un perfecto inútil–, y muy otra es la dura prueba que le ha llegado en la estación Olivos.

Sheinbaum está obligada a convencer en los próximos días que desde que asumió como máxima responsable del Metro, su gobierno ha hecho todo lo que se debía para prevenir justo lo que pasó el lunes. Todo.

Porque el peritaje independiente que ayer anunció llegará en un par de meses, pero ella debe demostrarnos muy pronto que, independientemente de lo que diga ese estudio, el Metro no es lo que a todas luces parece: un peligroso barco sin timonel, una trampa mortal para sus millones de usuarios.