Visitar en la capital de Estados Unidos el memorial para las víctimas de la pandemia sobrecoge. Casi cientos de miles de banderitas blancas tapizan el área alrededor del Monumento a Washington. No pocas de esas banderas tienen un nombre y un mensaje escritos a mano. Pero es el conjunto el que impacta. Cada cuadrito una vida segada, una familia o varias rotas. Mas otear todas las banderitas, juntas, es lo que ayuda a dimensionar, con estremecimiento, la enorme tragedia.
El memorial, que llevó por nombre In America: Remember, se pudo visitar desde el 17 de septiembre hasta ayer. A pocas semanas de cumplirse dos años de que en China surgiera esta pandemia, en Estados Unidos han rebasado también este fin de semana la cifra de 700 mil decesos ligados al SARS-CoV-2.
Ese número es, tomando en cuenta el INEGI, prácticamente el tamaño de la población de Coyoacán, o la mitad de la de Guadalajara, pero igual cuesta trabajo visualizar tal número de vidas perdidas en Estados Unidos.
Es precisamente gracias a la imaginación de la artista Suzanne Brennan Fisternberg, quien se propuso plantar 660 mil banderitas en honor a los fallecidos por Covid-19, que al visitar ese espacio de 20 acres (8 hectáreas) caemos en cuenta de lo descomunal de lo vivido en la pandemia en suelo estadounidense.
¿Cómo recordaremos en México a las personas muertas en esta pandemia?
La polarización que vive nuestro país –también en EU hay crispación, pero toca hablar de nosotros– podría impedir que nos pongamos de acuerdo ya no digamos en un memorial, sino incluso en la cantidad de mexicanos fallecidos por Covid-19 desde que se registró oficialmente la primera víctima mortal nacional por este coronavirus.
Pero incluso si atendemos sólo las cifras oficiales, cerraremos este mes rondando los 300 mil fallecidos. Un número igualmente sobrecogedor así no tengamos banderitas blancas como tuvieron por semanas en DC.
Existe un agotamiento por la pandemia. En las calles de nuestras ciudades se respira cierto alivio de encontrarnos de nuevo en embotellamientos y lugares abarrotados. Los expertos no se cansan de advertirnos que la pandemia no ha terminado, que la falta de vacunación en muchos países podría cobrarle al mundo el acaparamiento que se dio de las vacunas en unas cuantas naciones. De tal forma, notables esfuerzos como el del gobierno capitalino, que prácticamente tiene a toda la población de más de 18 años con al menos una dosis, podrían servir de muy poco si una nueva variante, más agresiva y resistente a las vacunas hasta hoy desarrolladas, llega.
Pero una instalación como la del memorial de Washington también nos exige revisar lo ocurrido para sacar conclusiones, sobre todo si la pandemia no ha terminado.
Apenas la semana pasada en la prestigiada revista de The Lancet se puso a México junto a Brasil como casos de cuestionable manejo de la pandemia. Se destacó que hubo por parte de las autoridades una política de patear el bote, una estrategia –es un decir– que desdeñaba la evidencia científica.
Mientras en países como Estados Unidos se preparan para poner un refuerzo a ciertos grupos poblacionales, en México apenas si se logró que López-Gatell anuncie el arranque de vacunación para un millón de adolescentes menores de 18 años con alguna comorbilidad.
Se tardó el subsecretario en presentar eso, como se tardó muchas veces en el pasado. Ojalá lo peor de la pandemia haya transcurrido ya, ojalá que el invierno no traiga, como algunos opinan, malas noticias.
Pero mientras tanto, para honrar debidamente a los muertos de esta tragedia hace falta revisar qué podríamos prevenir hoy.
Para honrar debidamente a las víctimas hace falta revisar qué podríamos prevenir hoy.