Salvo que por cuestión de género Movimiento Ciudadano tenga que lanzar a una mujer, Pablo Lemus será el candidato naranja a la gubernatura de Jalisco.
Así se le cumple, a quien fuera alcalde de Zapopan y de Guadalajara, la mitad de su sueño; faltaría la campaña y que él sepa qué hacer en la misma para ver si concreta la otra mitad de su intención, la que cuenta. No luce sencillo.
La campaña de Lemus tendrá que resolver varios retos. Algunos dependerán enteramente de él, otros no. Va una primera lista de esos escollos.
La sombra. Enrique Alfaro es el líder indiscutible del grupo que gobierna, y no sólo desde MC, en Jalisco. Y una figura con peso a nivel nacional, con acceso a Palacio, y se retirará en pleno ejercicio del poder acumulado en década y media.
Lemus supo crecer a la sombra, y a veces en contra, del gobernador, pero lo que sigue implica, para empezar, una cohabitación inédita: el aspirante debe acumular fuerza sin demeritar a quien le encarga la victoria en 2024. No puede aceptar tutelaje, pero tampoco salirse así nomás del huacal.
Es la primera ocasión en que Alfaro busca verdadero sucesor. Y lo encontró fuera del compacto grupo que por lustros le ha sido leal, que le responde y hasta contiene. Ambos tendrán que crear un esquema funcional para todo el equipo alfarista sin limitar el despegue del segundo. No está fácil.
El perfil. La personalidad de Lemus, campechana y que proyecta una imagen de efectividad sin formas solemnes, será parte de su reto. Su perfil contrastará con la recia manera de ejercer los cargos que tiene Alfaro, y a la que para bien o para mal se han acostumbrado los tapatíos.
Sin reinventarse artificialmente, Lemus ha de “crecer” en pocas semanas, desplegar formas y fondo que muestren que comprende la dimensión del reto –no sólo la campaña, sino la responsabilidad de eventualmente gobernar un estado como Jalisco– y que tiene lo que se requiere para ello.
En el papel y tras sus anteriores victorias electorales, Lemus puede ser considerado como un candidato con arraigo popular, pero la búsqueda de la gubernatura implica la migración de su personalidad a una que sea percibida con gravitas, con propuestas y maneras de gobernador.
MC y la oposición. A nivel nacional, y Jalisco no es la excepción, Morena ha logrado posicionarse como una fuerza competitiva, que arrancará las campañas la ofensiva, haciendo caso omiso a las encuestas que muestran un Presidente popular con un gobierno calificado negativamente.
A nivel jalisciense el lopezobradorismo no tiene un perfil de arrastre, mas sería un error subestimar la movilización electoral que desde Palacio Nacional se diseñará e instrumentará para ganar todo lo posible el año entrante. No será una normal contienda MC vs. Morena. Será mucho más.
Por si fuera poco, el precandidato naranja tiene que rezar para que la estrategia (es un decir) del líder nacional emecista, Dante Delgado, rumbo a la contienda presidencial exista, y que si existe encuentre candidato, y que encontrándolo –en Edomex y Coahuila no pudo– funcione.
Así que Lemus, que deseaba la candidatura de unidad, ahora tiene que pensar en construir una campaña en tres pistas: él, ellos y yo.
Él: aprovechar lo que pueda de Alfaro, y ayudar al ocaso de éste con un trasvase de fuerza sin turbulencias.
Ellos: no subestimar las campañas, en plural, que hará Morena para tratar de capturar un estado más, y uno nada menor, para el oficialismo.
Y el yo: demostrar que tiene lo que se requiere para ser gobernador de Jalisco. Nomás.
Sin reinventarse artificialmente, Lemus ha de “crecer” en pocas semanas, desplegar formas y fondo que muestren que comprende la dimensión del reto