Salvador Camarena: El capitalismo de cuates de AMLO

Busca abonar a su fama de gente sensible y agrandar su popularidad
Busca abonar a su fama de gente sensible y agrandar su popularidad
El presidente.Busca abonar a su fama de gente sensible y agrandar su popularidad
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-12-15 |07:35 Hrs.Actualización07:34 Hrs.

Las puntadas del Presidente en la mañanera esconden verdades que trascienden lo anecdótico.

Ayer Andrés Manuel López Obrador pidió a Bad Bunny que considere regalar un concierto en el Zócalo, porque al mandatario le dio “mucho sentimiento ver a jóvenes tristes que no pudieron entrar porque les clonaron sus boletos, porque les hicieron fraude, algunos llorando porque ahorraron durante mucho tiempo para poder comprar sus boletos”.

De inmediato, a semejante puntada se le dio vuelo mediático. Y aunque en la misma intervención el tabasqueño dijo que instruyó “al procurador del Consumidor que actúe para que le devuelvan sus recursos (a los jóvenes), el dinero que utilizaron para comprar sus boletos y también el excedente al que tienen derecho”, también dijo que consideraba que ello no sería “suficiente” y por tanto la invitación al cantante puertorriqueño.

En otras palabras: el Presidente quiere que un particular que sí cumplió su contrato reponga a unos clientes –genuinamente defraudados algunos, cómplices otros al adquirir en reventa sus boletos, seguramente– un servicio que en todo caso no habrían prestado, por negligencia o corrupción, otros de los actores mercantiles involucrados en esos conciertos.

El Presidente busca, por supuesto, abonar a su fama de gente sensible y agrandar su popularidad. Pero de una autoridad se espera una cosa muy distinta a mendigar conciertos regalados.

Su obligación –sobre todo si prometió el fin de la corrupción– es lanzar una investigación sin precedentes que revise desde presuntas condiciones monopólicas hasta mala práctica en detrimento de cientos de clientes. Además de meter en cintura a la eterna reventa.

Mas eso no le gusta a López Obrador. Porque si una promesa no ha cumplido Andrés Manuel es aquella de separar al poder político del poder económico.

Al tabasqueño le gusta consentir a los empresarios, al punto de que los que hubieran fallado el fin de semana en el Azteca pagarán, en el peor de los casos, una penalidad de 20 por ciento del valor del boleto y la reposición del costo del mismo. Para nada se busca desde la autoridad sentar un precedente, dar un golpe en la mesa, advertir tajantemente que en este sexenio no se puede fallarle a los ciudadanos, sea en un concierto en el Azteca, sea porque construyeron mal una línea del Metro donde fallecieron 26 pobres.

El summum de esta complicidad es eso que de tiempo atrás se sabe: que cuando se reúnen, el Presidente desarma (es un decir) a los empresarios al hacerlos que confiesen que en sus negocios les está yendo muy bien. Y aquellos luego hasta lo cuentan.

A los empresarios, claro, les encanta el mensaje porque entraña una promesa de privilegio: no hagas caso de los que dicen que estamos en riesgo –democráticamente, sanitariamente, energéticamente, alimentariamente–. A ti te va bien, ¿no? Quieres que te siga yendo bien, ¿no? ¿Entonces? Ya sabes a quién apoyar, y eventualmente por quién votar.

Este nuevo capitalismo de cuates del gobierno que se presume de izquierdas implica que la sociedad seguirá sin remedio dividida, pero no por la polarización, sino por el dinero: te está yendo bien, ¿no? Cuando tus hijos necesiten vacunas contra el papiloma y no haya en el sector público, pues cómpralas o ve a otro país. ¡Ah!, que las hijas de tu trabajadora del hogar no tienen esas vacunas, y su riesgo de desarrollar cáncer cervicouterino se ha multiplicado, ¿a ti qué?, a ti te está yendo bien, ¿no?

AMLO y empresarios brindan porque a 1% le está yendo requetebién. Menos mal que el Presidente es un crítico del individualismo, que si no.