El fallido intento del obispo Onésimo Cepeda por ser candidato dejó, sin embargo, una cosa buena. En rueda de prensa de hace unos días dijo que no cambiaría su ministerio por una candidatura, que sería como vender a su progenitora por un plato de lentejas.
Al final el señor Cepeda canceló sus aspiraciones políticas, pero no está de más agradecerle el habernos recordado tan oportuno pasaje bíblico, ése donde Esaú cede un tesoro –la primogenitura– por un guisado; porque hay quien sí acepta trueques de esa naturaleza, como la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Como se sabe, Sánchez Cordero fue ministra de la Corte. Se retiró –se jubiló– con (digamos) buena fama luego de su carrera judicial. Hoy, sin embargo, presta su nombre, su (digamos) prestigio a un gobierno que apedrea, un día sí y otro también, todo aquello que existía antes del 1 de julio de 2018.
Ayer por la mañana en Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador cargó en contra del Poder Judicial. No se ahorró descalificaciones y de plano decretó que antes de los esfuerzos de su administración no había en México algo digno de ser llamado Estado de derecho. Junto al Presidente estaba Olga Sánchez Cordero, que cobra pensión por los años que pasó en ese Poder Judicial chueco. Esto, entre otras linduras, dijo el mandatario ayer. Uso la transcripción oficiosa de lopezobrador.org:
-”También imagínense el caso del señor Caro Quintero, 27 años sin sentencia. ¿Qué hacía el Poder Judicial? ¿Cómo va a estar una persona detenida sin una sentencia? ¿Qué pasaba? ¿Era sentencia preventiva? ¿Cómo se…?
-Olga Sánchez Cordero: “Era prisión preventiva”.
-Presidente Andrés Manuel López Obrador: “Prisión preventiva. ¿No había elementos?, ¿por qué no se resolvía? Por eso el amparo y la libertad. Y una vez que sale, a buscarlo de nuevo porque viene la exigencia de Estados Unidos de que no se debió liberar, pero legalmente procedió el amparo.
Este otro asunto del señor Vallarta (del caso Cassez), lo mismo, 14 años sin sentencia. ¿Cuántos hay así? ¿Cuántos?
Entonces, sí se requiere una renovación del Poder Judicial. Esto tiene que ver con jueces, tiene que ver con magistrados, tiene que ver con la Suprema Corte de Justicia.
Y que haya un auténtico Estado de derecho, porque no había Estado de derecho y todavía falta que haya un auténtico Estado de derecho, era un Estado de chueco y a veces de cohecho. Entonces, si no tenemos legalidad, si no hay un auténtico Estado de derecho, no vamos a salir adelante”.
Nuestro sistema de justicia estaba muy lejos de ser perfecto o siquiera digno antes de 2018. En eso tiene razón AMLO. Pero lo que hemos visto en estos dos años apunta a todo menos a una panacea. En otras palabras, ni todo era terrible, ni los indicios de cómo se maneja hoy la justicia es fantástico o siquiera prometedor.
Quizá si Sánchez Cordero no estuviera entretenida con su plato de lentejas, ése donde dice que es una secretaria de Gobernación, aunque en realidad no tenga cartera, podría ayudar al Presidente a mejorar nuestro sistema de justicia, rescatando lo bueno –poco o mucho– que había, corrigiendo lo mucho que hace falta de mejorar, y usando para ello el poder presidencial y su experiencia de ministra, hoy puesta al servicio de montajes mañaneros contra periodistas y embates contra el Instituto Nacional Electoral. Fue una ministra, hoy es una corista. Que le aprovechen sus lentejas.
Al menos Onésimo Cepeda tuvo conciencia de que era mejor retirarse antes de perderlo todo en un mal trueque.