Mataron a su esposo y ahora la eliminaron a ella. Pasó en Sonora, donde Aranza Ramos Gurrola buscaba los restos de su marido, sustraído en diciembre. En menos de un año dos muertes salvajes en una familia. Una niña ha quedado completamente huérfana. Frente a ello, la previsible reiteración del jefe del Estado mexicano de que él no representará una amenaza para los delincuentes.
La mente criminal registra el gesto presidencial. Ellos también ven la mañanera. Desde hace décadas saben para qué sirven los medios, y la actual “comunicación circular” de López Obrador les sirve para apuntar bien grande, y con balas, en cualquier pared de cualquier lugar, sea Guaymas o Aguililla, su advertencia: el territorio es nuestro.
Quienes buscan la presidencia de un país compiten en elecciones con un proyecto en el entendido de que ese programa serviría en circunstancias normales. Lo que va implícito en una campaña es que, sobre todo, más que cumplir una serie de promesas el candidato será capaz de enfrentar los imprevistos con más pericia que los otros contendientes, y que no pocos de los antecesores.
López Obrador tuvo una brújula exacta para demoler con críticas a los últimos cuatro presidentes: de Zedillo para acá nadie como él para resaltar deficiencias de esos Ejecutivos. Pero llegado a Palacio Nacional se vio que manejar su vieja brújula es todo lo que sabe hacer. Un Presidente monodimensional. Ganó la elección con sus denuncias, mas no sabe ganar el día a día de la Presidencia con algo ejecutivo.
Por eso hoy y mañana seguirá con el único truco que domina, ése de decir que los de ayer eran peores, que les mataban más, que les exigían menos. Porque por más que frota la brújula para ver si algún duende se le aparece y le dice cómo gobernar, su viejo instrumento sólo le marca lo de siempre, un norte que servía para el opositor, no para el estadista.
En Guaymas mataron a una mujer esposa y madre el jueves. Asesinato en razón de género, sin duda. Porque los criminales pensaron –es un decir–: “Pinche vieja que se pone al brinco, quién se cree que pide que le digamos dónde está el cuerpo de su esposo; debió quedarse en casa. Dónde se había visto. Si hasta el Presidente les ha dicho que no caigan en provocaciones. Pero no entienden, tengan para que aprendan”.
López Obrador murmurará una condolencia de dientes para afuera. O una promesa marchita de justicia. Pero antes que trabajar en esclarecer ese asesinato se le escuchará mencionar que los clasemedieros y su prensa andan muy alborotados, muy subidos, hacen de cada muerte un escándalo para perjudicarme. La víctima siempre termina siendo él aunque haya huérfanos de carne y hueso que anidarán un recuerdo clarito: cuando mataron a mis papás el Presidente sólo se preocupaba de sí mismo. Qué orfandad. Sin padres y sin gobierno.
Los criminales tienen permiso, el cronista y el analista no. Contra los segundos mañaneras enteras, a los primeros empatía. Para las víctimas, individuales u organizadas, desdén proverbial: “Esdeque la investidura”.
Dijo López Obrador la semana pasada en Palacio que la transformación será con seguridad o no será. Algo así declaró.
Para la gente cercana a Aranza Ramos Gurrola, para su hija huérfana, en efecto el paso de AMLO por el gobierno ya desde ahora y palmariamente ni sirve ni existe ni trascenderá.
Porque mientras él se niegue a tener una estrategia de seguridad, no sólo un reparto de dinero, la nación irá quedando pedazo a pedazo en manos de los otros, de los de mente criminal.