El sexenio legará una cauda de frases y palabrejas que fueron usadas para denostar, dividir, incordiar. Parte del éxito de esa estrategia presidencial se debe a que demasiados opositores y críticos adoptaron tal argot. Incluida la precandidata Xóchitl Gálvez.
Una y otra vez caen en el juego y ni cuenta se dan. Encima hasta yerran al utilizar esa estrategia en contra de los de Morena, como cuando Gálvez acusa a su adversaria de ser f*f*.
De todas las críticas que se pueden hacer a Claudia Sheinbaum, Gálvez lleva meses, y lo repitió a inicios de este año, recurriendo a un ataque personal: un presunto origen privilegiado. Y por si eso no fuera ya malo per se, además uno harto cuestionable en cuanto a sus fundamentos.
Xóchitl dijo en Hidalgo el 7 de enero: “Vaya que soy del pueblo, la f*f* es ella (…) ella a los ocho vientos presumió que bailaba ballet en el Teatro Esperanza Iris, y yo a los ocho años vendía gelatinas en Tepa para ayudar a la familia”.
Este fin de semana, en el cierre capitalino de su precampaña, Gálvez retomó, en medio de un revoltijo de conceptos, la esencia de tal descalificación.
“Ella viene del privilegio”, dijo en Arena Ciudad de México, “yo vengo del esfuerzo. Ella siempre ha vivido muy bien del presupuesto, yo sí sé lo que es no llegar a la quincena. Yo sé lo que es arriesgar los ahorros en una empresa. Yo sé lo que es crear empleos. ¡Ella no ha creado un solo empleo en su vida!”.
Hija de investigadora universitaria y un químico emprendedor, Claudia es self-made woman. Como Xóchitl. Y como millones de mexicanos que gracias a padres esforzados, iniciativa y empeño personales e instituciones públicas pudieron salir adelante. Por inverosímil, la acusación cae en el vacío.
La hidalguense aduce que Sheinbaum iba al ballet cuando ella padecía pobreza. Cierto, pero en clases medias, no necesariamente puros “ricos”, mandan a sus hijos a cursos extracurriculares. En la mayoría de los casos, precisamente, es un esfuerzo para dotarles de más herramientas para la vida.
Lo más extraño de la táctica de Gálvez al usar eso de f*f* o que Sheinbaum viene del privilegio es a quién se lo dice. El electorado clasemediero se ha cansado de recibir denuestos de AMLO, y Xóchitl retoma el maniqueísmo presidencial frente a quienes ya saben que la vida es mucho más compleja.
Cuántos de quienes escuchan a Gálvez han hecho el esfuerzo, o sus padres con ellos, para mandar a sus hijos al ballet o clases similares de artes. Y cuán rendidor será el argumento, insostenible, de que Claudia procede del “privilegio” frente a quienes no necesariamente lo demonizan.
¿Cree Xóchitl que votantes pro-Morena se desencantarán de Claudia por eso del ballet? Híjole.
El discurso del domingo no fue mala pieza. Algunos medios lo catalogan –demasiado prematuramente, opino– como su relanzamiento. Pero igual opino que a esa campaña le va mal en el círculo rojo y no necesariamente en el verde.
Y como ejemplo positivo está la Xóchitl que, afilada, denuncia que el gobierno de Andrés Manuel se rige por el lema de “primero los López”, en picante mofa por documentadas denuncias periodísticas del influyentismo de los vástagos mayores de edad del Presidente.
Mas luego vuelve a las andadas: “Le vamos a ganar”, siguió Gálvez el domingo, “porque ella quiere un país donde los pobres sigan siendo pobres. Yo quiero un país de clase media fuerte”. Esa misma que ella cree que si manda a sus hijos al ballet es f*f*. Pfff.