En 2015 la manera de gobernar –es un decir– de Víctor Romo en Miguel Hidalgo impidió el triunfo ahí de David Razú, pues éste quedó lastrado por denuncias de abusos y corrupción contra su entonces jefe político. Hoy las encuestas dicen que esa alcaldía prefiere por escasa mayoría una alternancia antes que reelegir a Romo. ¿Será?
A la postre creo que a Razú le fue bien: regresó en 2018 a la administración federal –ayudó al IMSS en la crisis de la pandemia– y ahora dirige Afore XXI-Banorte. Romo, en cambio, pavimentó su retorno a la Miguel Hidalgo con algo parecido a asistencialismo en las colonias populares. Antes de las elecciones de ese año era perredista, pero consciente de que la ola morenista lo revolcaría, traición de por medio al PRD se hizo pasar como el único que garantizaba a Morena ganar esa alcaldía. Lo logró.
Tres años después las encuestas dicen exactamente lo contrario. Días atrás la de El Financiero y ayer la de Reforma apuntan a que Mauricio Tabe, candidato del PRIANPRD, podría quedarse con Miguel Hidalgo.
Las encuestas son una fotografía, para nada una garantía. ¿Es sorprendente que Romo pueda perder?
Hay un grupo, pequeño pero ruidoso, que lleva a cada gobernante de la Miguel Hidalgo la cuenta de la corrupción en licencias inmobiliarias, los abusos en establecimientos y las violaciones de planes de desarrollo y normatividad. Esos vecinos son perseverantes, estudian normas, leyes y procedimientos, y demandan interlocución. A Romo ese combo no le gusta.
Los desdeñó estos años y quizá hoy las encuestas reflejan su mala decisión de ser un alcalde alejado de la genuina rendición de cuentas (suspendió, por ejemplo, un mecanismo transparente de publicitación de obras), un gobernante asociado a prácticas abusivas y receloso de los cuestionamientos.
Además, Romo tomó en campaña decisiones que quizá hoy expliquen su segundo lugar. Hace un mes utilizó la tragedia de la Línea 12 del Metro para ausentarse del obligatorio debate organizado por la autoridad electoral capitalina –dijo que suspendía actividades en señal de luto. Demasiado oportunista incluso para nuestra política–. Y hace dos semanas plantó a vecinos que le habían invitado a un ya tradicional encuentro ciudadano en el Club de Industriales.
Romo también fue denunciado de prácticas tan cuestionables como haber habilitado un grupo de chat donde se le pide –y él accede– correr a los pobres y a los pedigüeños de la zona restaurantera/antrera.
Finalmente, al ser evidenciado en reportajes suele optar por el silencio, esperando tapar el sol con un dedo, como cuando se le denunció periodísticamente por su obscena autopromoción en diciembre pasado, realizada abusando de una norma por él inventada.
Las encuestas hoy lo ponen debajo de Tabe. Creo, sin embargo, que de cara al domingo Romo confía en eso eufemísticamente llamado “estructura”: es decir, la movilización de votos de una u otra manera coaccionados/comprados.
Si PAN, PRD y PRI ganaran la Miguel Hidalgo con Tabe, éste tendría la nada menor chamba de desligarse de Jorge Romero, personaje cuestionable, donde los haya, de la política chilanga.
Mención aparte merece Tere Vale, cuyos argumentos y entereza como candidata de Movimiento Ciudadano no merecen el lejano tercer lugar en las encuestas. En fin.
La reelección es una herramienta que puede darle continuidad a alcaldes o diputados que entiendan que cada campaña es un nuevo comienzo, una obligada oportunidad de reestablecer confianza. Y la alternancia es el mejor instrumento para evitar que la gente o el partido que usa indebidamente el poder se eternice. A ver qué deciden los votantes de la MH.