Si bien con un combatiente discursivo como es López Obrador resulta preciso elegir batallas, siempre será más importante no acostumbrarse a los abusos; hay que consignar cuando incluso alguien como Andrés Manuel rebasa sus propios parámetros, como ha hecho el Presidente con Julia Carabias el lunes pasado.
El ocupante de Palacio Nacional tiene la mala costumbre de carecer de comedimiento. No es la suya una presidencia donde se cuiden las formas. Lo suyo tampoco es el debate ni el intercambio de ideas. Así que con AMLO no hay que esperar ni cortesía, ni apertura al diálogo.
Y a pesar de que ya sabemos lo anterior, de que cada día se pueden esperar del Presidente de la República expresiones denigratorias de la investidura y de cualquier actor, con nombre y apellido o en genérico, más vale no cejar en la denuncia de las ocasiones en que el mandatario abusa de su poder.
El lunes López Obrador explicó en la mañanera, con mapa y todo, el Tren Maya. La exposición fue detallada, quizá la más clara en años y se aportaron argumentos. Lástima que a este Presidente no le gusten las ruedas de prensa, porque si compareciera ante periodistas más que ante paleros, seguro la ocasión habría sido incluso de mayor provecho para la ciudadanía.
Con su relato, en el que conjugaba datos históricos y técnicos por igual, Andrés Manuel salió además al paso de las recientes críticas que actrices y actores, entre otros, han hecho al tramo 5 de esa obra; tramo que correrá de Cancún a Tulum y que tiene un nuevo trazo, uno que preocupa por los daños que podrían sufrir los sistemas subterráneos de cuevas inundadas y cenotes ahí existentes.
En medio de esa exposición, el Presidente se permitió criticar a Julia Carabias, ambientalista de toda la vida y, por supuesto, exsecretaria del ramo en tiempos de Ernesto Zedillo. Realizó ese comentario después de denostar al histrión Eugenio Derbez. Esto dijo AMLO:
“Y está el otro caso de cómo les permiten aquí, miren en dónde, aquí, aquí junto a Xcaret a una empresa estadounidense, Calica, que tienen como tres mil hectáreas, les dan el permiso para sacar material, sacar grava, aquí junto al paraíso este y este material se lo llevan a Estados Unidos para sus carreteras, un banco de material aquí”.
“¿Quiénes dieron los permisos?”.
“En la Secretaría de Medio Ambiente, cuando estaba la señora Julia Carabias, que ahora son de los más combativos defensores del medio ambiente, de lo que hacemos nosotros”.
“Entonces, vamos a seguir informando, orientando a la gente”.
No creo que Julia Carabias precise de un defensor. Ella y su carrera se bastan para esa tarea.
Lo que sí estimo obligado es subrayar lo anómalo del actuar presidencial. Este Presidente de la República se permite, con uso de recursos públicos y con actitud nada republicana, una descalificación de una ciudadana, a quien critica por una supuesta anomalía cometida, si fuera el caso, hace más de 20 años.
El Presidente de México tiene a su alcance múltiples recursos para hacer valer la ley. Si hubiera una irregularidad por la mencionada concesión, ya tuvo tres años para investigarla, corregirla, revertirla o incluso castigarla por los cauces que el propio marco legal otorga.
Pero tratar de acallar voces críticas difundiendo versiones que suenan a insidia, en un foro donde no existe la réplica y desde su condición de total ventaja, es algo muy bajo.
Además, no le conocemos actitud o señalamiento similar contra conocidos, aunque presuntos, criminales. Pero contra sus críticos, todo el poder, así incurra en abuso.
No hay que acostumbrarse.