De un mes a otro, pero no cualquier mes, la popularidad de la ministra Norma Piña subió 14 puntos. Dicho de otra manera, la imagen de la titular del Poder Judicial, según la encuesta de El Financiero publicada ayer, dio un brinco de 50%, al pasar de 27 a 41 puntos porcentuales las respuestas de quienes dijeron tener muy buena o buena opinión de ella.
La encuesta se publica en medio de la repulsa a las manifestaciones de odio de simpatizantes morenistas en contra de ella.
De forma que tiene un buen ambiente entre la ciudadanía –la Corte misma registra en la encuesta un aumento en popularidad a un nivel no visto desde enero de 2022– y también la adhesión de la opinión pública que ha condenado la quema de una figura de ella en el mitin del sábado en el Zócalo. ¿Qué hará con esa fuerza la ministra?
Se puede dar por cierto que si la otra ministra hubiera llegado al puesto que hoy Norma Piña ostenta, se fraguaría el escenario de una excesiva cercanía entre la Suprema Corte y Palacio Nacional. No se puede decir, en sentido contrario, que la actual presidenta haya dado muestras de asumirse como la ministra de quienes se oponen al Presidente.
Norma Piña está construyendo su propio espacio político. En esa ruta la escena del Teatro de la República –cuando deliberada o inconscientemente se quedó sentada al llegar AMLO al presídium en el aniversario de la Constitución– le pudo haber generado inoportunas turbulencias. Porque sus hechos y dichos de estos tres meses no son estridentes o rijosos.
La ministra ha mantenido una congruencia en sus mensajes de estos meses; ya sea al hablar sobre la independencia del Poder Judicial, o cuando dijo a jueces y magistrados que deben actuar con prudencia, pero no con cobardía, y cuando se pone del lado de las mujeres, tema que marcó su alocución inaugural el 2 de enero.
Particularmente bueno, y agradecible entre tanta politiquería, fue su discurso del 8 de marzo.
“Reclamamos legítimamente un alto a las violencias que impiden a millones de mujeres, niñas, adolescentes y adultas mayores vivir en paz, que nos impiden a las mexicanas desarrollar nuestro proyecto de vida en igualdad, con tranquilidad, con alegría, con dignidad”, dijo la ministra en un mensaje videograbado.
“En el Poder Judicial Federal nos toca guardar silencio, y escuchar a las mujeres que marchan, que gritan en las calles, que dan voz a las que callan y nos recuerdan a las que hablaron por primera vez. Las únicas voces que hoy se deben oír son las de ellas. Las de ustedes. Las escucho. En el Poder Judicial Federal reconocemos las deudas históricas del sistema de justicia con las mujeres. Las asumimos de frente a los problemas que persisten en la efectividad de la impartición de justicia”.
Finalmente, la ministra se comprometió a que el PJF escuchará a mujeres “en situaciones diversas de vulnerabilidad acrecentada” para atender los principales problemas que enfrentan para acceder a la justicia.
Sin duda mensajes como ese han abonado a su popularidad. Pero ¿qué hace puertas adentro de los pasillos del poder?
De ser ciertas las versiones de que la presidenta tuvo un desencuentro con el secretario de Gobernación cuando éste fue a plantearle casos complejos, con la fuerza que ha logrado en la opinión pública Norma Piña posee el margen para reintentar un diálogo con Bucareli.
Las agresiones, pero sobre todo su desempeño, han proyectado su autoridad. Sin someterse a ningún bando, mas tendiendo algunos puentes, protegerá mejor la independencia del Poder Judicial.