Xóchitl Gálvez no fue una noticia bienvenida en los tres partidos que forman la alianza que ahora da por llamarse Frente Amplio por México. Y por eso, de una retorcida manera, se comportan con ella parecido a como, toda proporción guardada, Andrés Manuel López Obrador: la hacen ver su suerte.
Ayer la hidalguense fue a la Fiscalía General de la República. Asistió a tan temible oficina para pedir informes en torno a las causas que en su contra han abierto los morenistas. ¿Se acuerdan cuando algo parecido ocurrió con Ricardo Anaya en 2018? ¿Cuál es la diferencia política entre esos dos eventos?
Arropamiento, se llama el obvio contraste. En su visita a la PGR Anaya fue arropado, Xóchitl llegó sola en bicicleta. Esto no es romántico, es sintomático: no terminan de comprarla los partidos que la impulsarían, ni siquiera tras haber demostrado ser la única que hace ruido de las preprecampañas opositoras.
La oposición y AMLO tienen el mismo desdén ante la senadora. ¿Quiere ser una de los nuestros? Va, arrímenle la lámina, coinciden ambos bandos. Que sienta el rigor, decretaron en la mañanera; si es tan buena candidata, que se defienda sola, quería bicicleta, que le pedalee, bostezan en la oposición.
Porque a cada embate de la Presidencia de la República en contra de Gálvez lo que ha seguido de parte de los líderes de los principales partidos de la oposición es un vacío, una demostración de que igual y qué bueno que se frustre esa candidatura.
El caso más grave fue cuando, traspasando un límite más, López Obrador divulgó información sobre los contratos de las empresas de la exalcaldesa. Múltiples voces de la comentocracia pusieron el grito en el cielo, pero los partidos, que se beneficiarán de ella, se limitaron a enviar tuits. Tuits.
Andrés Manuel quiere destruir políticamente a Xóchitl, sin duda. Si ésta sobrevive a los embates, que seguirán de múltiples formas, se habrá templado y podrá decir que el Presidente le hizo ser más fuerte, más política. El tabasqueño lo hace por pésimas razones, pero igual y la impulsa más.
Si de cualquier forma el mandatario no tiene disculpa por su proceder, ¿cómo habrán de ser juzgados los líderes del PRI, PAN y PRD que no articulan una defensa de su aspirante más adelantada? ¿Dejarían igual de sola a Beatriz Paredes si ella fuera la que padeciera similares ataques? ¿A De la Madrid, a Creel?
Más que cobrarle la no militancia, el comportamiento de los opositores obedece a cálculo egoísta: si alguien no da cambio de más, ese es un partido político frente a un candidato.
La alianza no quiere ayudar a Xóchitl a fin de que la cuota a pagar sea la más baja posible. Que avance, pero no tanto; que se posicione, pero que no se vuelva un fenómeno; que sea la candidata, pero de locos le impulsamos, pues luego nos impondría candidatos, funcionarios partidistas, asesores…
El no cerrar el proceso de selección anticipadamente, negándose a la realidad de que ella es la candidata y los demás no crecieron ni crecerán, es un pretexto: la preprecampaña puede rediseñarse a fin de que Xóchitl siga sus recorridos nacionales.
No harán que se bajen los demás no para proteger a Xóchitl, sino para controlarla, contenerla. Al final, como AMLO, la tendrán que soportar, pero por lo pronto, uno activamente y los otros pasivamente, tienen el mismo fin: veamos si sobrevive, y si sí, ya llegaremos a ese nuevo problema.
Contra un adversario de mucho cuidado, y con esos dizque aliados que pagan por ver.