Salvador Camarena: Mier y la claudicación del Legislativo

El diputado es el "arreador de los morenistas, y verdes y petistas" de López Obrador
El diputado es el "arreador de los morenistas, y verdes y petistas" de López Obrador
Ignacio Mier.El diputado es el "arreador de los morenistas, y verdes y petistas" de López Obrador
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-12-12 |07:01 Hrs.Actualización07:01 Hrs.

Es en la persona del diputado Ignacio Mier, antes que en la de Ricardo Monreal, en la que hay que poner suma atención para entender el momento que vive la política mexicana.

Cierto, en las próximas horas la definición que el senador Monreal tome –en lo individual y con un puñado de supuestos incondicionales– respecto a la contrarreforma electoral marcará la deriva de los comicios en México; pero no estaríamos en tal predicamento sin gente como Mier, convertido –¿por su ambición de ser gobernador de Puebla?, ¿por priista sumisión genética?...– en emblema de la retrógrada capitulación del Poder Legislativo.

La orden de Andrés Manuel López Obrador de que a sus iniciativas no se les toque una sola coma se ha interpretado como un desdén a la oposición. Sí lo es, pero en la contrarreforma electoral que se discute estos días se puede apreciar cuán profundo es ese desprecio, que arrastra y anula a los legisladores del propio bloque oficialista.

Diversos cronistas, legisladores y expertos en nuestra vida parlamentaria han descrito el inédito desaseo en las formas con que se tramitó la contrarreforma electoral que pretende AMLO. No conforme con ello, el Presidente ha determinado que un par de modificaciones que sus aliados quisieron incorporar a la iniciativa sea cancelado. En efecto: ni a ellos les permite “cambiar comas”.

López Obrador quiere un Congreso de levantadedos, de “borregos”, de legisladores que acaten disciplinada, dócil y fervientemente cualquier cosa que les envía. Quiere, en suma, un Congreso de la Unión de tiempos previos a los años noventa. Y su grey, Mier el primero, le dice que sí, que qué hora quiere que sea para mandar publicar en la Gaceta Parlamentaria la hora que le demande, correcta o no, el titular del Ejecutivo.

Además, con Mier como arreador de los morenistas, y verdes y petistas de acompañamiento, el Presidente despliega uno de sus trucos favoritos: ¿qué más sencilla forma de alimentar la imagen de hombre fuerte que pretende Palacio Nacional que triturar a hombres y mujeres de paja que no honran la legal y ética obligación de portarse como integrantes de un poder independiente?

Esta anulación voluntaria de las capacidades por parte de tantas y tantos legisladores supone una mala noticia para la democracia mexicana. Cientos de personas con puestos de elección popular callan y aceptan sin razonar cualquier cosa que les llegue desde el Zócalo. Frente a ellos, opositores que no han destacado por sus arrestos o piensos parecen grandes tribunos. En términos generales no lo son, pero ése es otro tema.

A antiguos colaboradores del tabasqueño les extrañará nada lo que ahora ocurre. Tanto durante su paso por la Jefatura de Gobierno como en pláticas en corto, Andrés Manuel ha mostrado que el Legislativo constituye, cuando mucho, un trámite a saldar. Entonces, lo que vemos con la contrarreforma es un desplante del capricho presidencial, sí, pero consistente, en forma y fondo, con la tendencia de AMLO de no dar al Congreso la categoría de alter ego en cuanto a poderes. Y eso se lo permite, antes que nadie, Morena.

López Obrador se habrá ido en un par de años, pero en la biografía de estos legisladores del oficialismo quedará marcado que, en efecto y sin remilgos, retrasaron el reloj a los tiempos donde las diputaciones eran ocupadas por personajes que sin rubor se asumían con voluntad enajenada al titular del Ejecutivo. Mier a la cabeza (es un decir) de todos esos.

Monreal tiene ahora la oportunidad de no ser un Mier más; ni un Mier peor, porque él ya fue un rebelde gobernador.