Este Viernes Santo, mientras en muchas ciudades del país las campanas repican en señal de duelo y las calles se llenan de procesiones que conmemoran la muerte de Cristo, la política mexicana sigue demostrando que el vínculo con lo religioso no está ni muerto ni sepultado.
Aunque México se declara un Estado laico desde hace más de un siglo, la separación entre iglesia y gobierno ha sido sido confusa para los ciudadanos por ciertas acciones.

A lo largo de los últimos años, los límites constitucionales han sido desafiados por gestos simbólicos, discursos religiosos desde espacios oficiales y actos públicos en los que la fe se cruza con la actividad gubernamental. Las creencias personales se vuelven herramientas de comunicación política, y los templos, aliados estratégicos.
Hoy, en uno de los días más importantes del calendario cristiano, en Nación321 algunos de los episodios más representativos de esa tensa relación entre el púlpito y el poder.
MARCHA RELIGIOSA CON MICRÓFONO OFICIAL
Hace apenas unas semanas, el diputado Hugo Eric Flores, del partido Morena, convirtió una zona del Congreso en punto de partida para una movilización religiosa. En ese espacio institucional no sólo presentó la “Marcha para Jesús”, también organizó su logística con apoyo de recursos públicos.
Rodeado de pastores y fieles, pronunció discursos donde apeló a la fe como si fuera parte de su agenda legislativa.
El evento fue presentado como una ‘manifestación espiritual’, pero el trasfondo fue político. Flores reclamó visibilidad para los cristianos evangélicos y sugirió que actos como este eran una forma de “justicia social”.
Mientras tanto, figuras importantes como el diputado Ricardo Monreal advirtieron que mezclar devoción con funciones públicas puede comprometer la neutralidad que exige el Estado.
CUANDO LOS AMULETOS REEMPLAZAN AL PROTOCOLO
En marzo de 2020, al comienzo de la emergencia sanitaria por COVID-19, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador mostró en conferencia de prensa una estampa del Sagrado Corazón de Jesús como su protección personal.
Lo hizo con total convicción, asegurando que con esa imagen se cuidaba del virus. Ese gesto, tan íntimo como público, generó múltiples reacciones.
Si bien defendió que respetaba todas las creencias y que también portaba símbolos de otras religiones, el mensaje fue claro: su fe estaba presente. En un país plural y legalmente laico, que el jefe del Ejecutivo mostrara sus creencias como parte del discurso oficial volvió a encender las redes, sobre todo las de sus opositores.
LILLY TÉLLEZ CONTRA LA SANTA MUERTE
Lilly Téllez, senadora del PAN, ha hecho de su catolicismo un componente central de su figura pública. En una de sus intervenciones más polémicas, arremetió contra el presidente por supuestamente enaltecer el culto a la Santa Muerte.
Su reacción fue inmediata: colocó una lona en el Senado con imágenes que asociaban al gobierno con ese símbolo y se presentó ante las cámaras con un rosario en mano.
En otro momento, la senadora dramatizó un episodio lanzando monedas al legislador Miguel Ángel Yunes Linares , acusándolo de traición y comparándolo con Judas Iscariote. El Congreso, en esos instantes se transformó en escenario de moral religiosa.

VERÁSTEGUI, LA VIRGEN Y TRUMP
El actor y modelo Eduardo Verástegui ha intentado llevar su visión religiosa más allá de las cámaras y los foros conservadores. En 2024, regaló una imagen de la Virgen de Guadalupe a Donald Trump, entonces candidato presidencial de Estados Unidos, en un gesto que fue leído como una bendición simbólica entre líderes de ideologías afines.
Además de ese acto, Verástegui ha abogado abiertamente por un modelo político basado en valores católicos, incluso proponiendo la creación de un partido que los represente.
Aunque no consiguió aparecer en la boleta presidencial, su cruzada evidenció un intento por devolver a la religión un papel central en la vida pública, algo que, por diseño constitucional, México ha intentado evitar desde hace más de un siglo.
ORACIONES PARA DERROCAR A AMLO
En pleno 2020, el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAAA) montó un plantón en el Zócalo de la capital. Pero su protesta no fue sólo política, también fue religiosa: organizaron rezos diarios y encuentros de oración para pedir, literalmente, que el presidente renunciara.
Imágenes católicas adornaron sus carpas, y las plegarias se convirtieron en parte de su estrategia de resistencia.
Aunque el movimiento no logró su objetivo, dejó clara una cosa: para un sector de la sociedad, lo espiritual puede ser una forma de ejercer presión política.

LA LUZ QUE APAGÓ BELLAS ARTES
En 2019 ocurrió un hecho inédito: el Palacio de Bellas Artes, emblema cultural del país, fue utilizado para conmemorar el cumpleaños del líder religioso Naasón Joaquín García, cabeza de la iglesia La Luz del Mundo y preso por abuso sexual infantil.
Lo que debía ser un evento artístico terminó siendo una ceremonia con tintes religiosos en honor a un personaje que luego sería condenado por abuso de menores en Estados Unidos.
La presencia de figuras como Martí Batres y Sergio Mayer en el evento generó indignación. Ambos funcionarios públicos fueron vistos en el homenaje, aunque luego aseguraron que no formaban parte de la iglesia.
Aún así, el escándalo reveló cómo algunas iglesias, pese a la normativa, consiguen espacios privilegiados dentro de las instituciones públicas, desplazando a veces los principios laicos en nombre de la cordialidad política.
MÉXICO, UN PAÍS LAICO
Este Viernes Santo, mientras el país guarda luto religioso, es pertinente recordar que el laicismo mexicano no siempre ha sido respetado como lo dicta la ley.
Ya sea con estampas presidenciales, marchas organizadas desde el Congreso, rosarios en el Senado o cumpleaños religiosos en recintos culturales, el uso de la fe con fines políticos sigue siendo una práctica habitual.
Mientras los fieles conmemoran hoy la pasión de Cristo, algunos actores públicos siguen tentados a usar la cruz como recurso de poder.