Colectivos de búsqueda de personas desaparecidas detectaron que las organizaciones criminales además de contactar a jóvenes en situación de vulnerabilidad, también reclutan a profesionistas para sumarlos a sus filas.
De acuerdo con una investigación periodística del medio La Razón, algunos de los reclutados son usados para el procesamiento de las drogas, otros para su distribución y unos más para la atención médica de los propios criminales que, probablemente, resultan lesionados en su lucha contra grupos rivales y contra las propias autoridades.
Los cárteles coptan principalmente a ingenieros, pilotos, médicos y enfermeras.
Según el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM), una asociación civil con sede en Chihuahua, la violencia y las desapariciones aumentaron a partir de la llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada en 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón.
Desde entonces han detectado que las desapariciones de personas con alguna especialidad en alguna carrera han ido en aumento.
La organización A Dónde van los Desaparecidos ha detectado que son algunas profesiones las más vulneradas por grupos delictivos, principalmente las relacionadas a ingeniería digital o mecánica, así como de ciencias de la salud.
A Dónde van los Desaparecidos aseguró que, en el sexenio de Andrés López Obrador, Zapopan, Guadalajara y Tlajomulco de Zúñiga, en Jalisco, concentraban el 8% de las desapariciones registradas, mientras que en las alcaldías Iztapalapa y Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, se ha disparado el delito.
En entrevista con el medio, el rector de la Universidad Iberoamericana campus Puebla, Mario Patrón Sánchez, aseguró que el reclutamiento de jóvenes profesionistas por parte del crimen organizado no es nuevo, por lo que es necesario enfocar políticas públicas con las juventudes.
Patrón Sánchez recordó que, desde las masacres de San Fernando, entre 2011 y 2013, se dio a conocer que había una especie de campos de concentración con jóvenes, incluidos profesionistas, que eran obligados a trabajar con el crimen organizado y que, una vez que cumplían sus funciones, eran asesinados.
El Centro de investigación de Crímenes Atroces (CICA), señaló que la cronología de los eventos en el rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, delatan la impunidad alrededor de los casos de desapariciones en México, mismas que ahora involucrarían al crimen organizado, pero que ante todo estarían cooptando a jóvenes con futuros brillantes en distintas disciplinas.