Porque el invierno recrudece las condiciones en que están estas personas
Las ráfagas de armas de grueso calibre retumban en las montañas que rodean a este municipio indígena tzotzil, mientras los hombres, mujeres, niños y adultos mayores, en su mayoría enfermos, se resguardan en el monte para evitar ser masacrados por un grupo armado del municipio de San Pedro Chenalhó, que busca adueñarse de sus tierras.
El 18 de octubre de este 2017, Samuel Luna Girón, junto con dos personas más, trabajaba en parcelas cercanas a la comunidad de C'analumtic, hasta donde llegaron hombres armados para acribillarlo de ocho balazos, mientras que sus compañeros lograron huir y alertar a los pobladores para que se escondieran en el monte, recuerda María Pérez Hernández.
Entre lágrimas, Hermelinda recuerda que en medio de los disparos, junto con el resto de los pobladores, huyó hacia las montañas solo con la ropa que llevan puesta, mientras nueve humildes viviendas eran saqueadas y quemadas por el grupo armado, que también se robó pollos y marranos.
Desde esa fecha, cinco mil 23 personas de las comunidades de Ch'en Mut, Pom, Tzomoltón, C'analumtic, Bejeltom, Tulantic, Vololch'ojon, Cruz C'ac'alnam y Cruzton, en su mayoría niños, mujeres, algunas de ellas embarazadas, hombres y adultos mayores, sobreviven en condiciones precarias bajo improvisadas carpas de naylon, sin comida, ropa y soportando temperaturas de hasta tres grados por las noches.
En la cancha del poblado de Pom, uno de los dos lugares que el pasado sábado concentraron a los desarraigados para dar su testimonio a esta reportera, el chaman trata de curar de fiebre, dolor de estómago y tos a los niños con una mezcla a base de hiervas y agua con la que moja sus cabeza y luego los obliga a beber.
Otro adulto mayor se queja del dolor en el pecho, se desvanece entre los brazos del curandero, mientras éste da masaje en su corazón. Los pocos medicos que llegan a esa comunidad, ya no lo pueden hacer, el camino esta cortado, aparte no hay medicamentos.
El llanto de Miramón Díaz Luna, un niño de escasos dos meses de nacido, es ahogado por su madre para para no ser descubiertos por los paramilitares.
Sufre de dolor de estómago, dice Carolina, su madre, quien se encuentra desesperada ya que no hay médicos que lo atiendan y la enfermedad se agrava, señala a través de un traductor.
Una de las jóvenes, explica que las madres tienen que tapar la boca de sus hijos que sufren de tos, para que el ruido no delate su escondite. “Las mamás sufren por sus hijos enfermos que lloran de dolor y no hay médicinas para curarlos. Queremos paz y tranquilidad”, señala.
Explica que cuando tratan de llegar durante el día a sus viviendas para hacer un poco de tortillas, los paramilitares les tiran de balazos ya que el humo que sale del fogón los delata y tienen que volver a refugiarse en el monte. Con los pies desnudos soportan las inclemencias del tiempo y el accidentado camino.
“Ayúdennos, nuestras familias están enfermas, están sufriendo, nuestros hijos, nuestros tíos, abuelos se están muriendo en el monte como animales”, exclamó la jóven.
Las escenas de niños, jóvenes y adultos mayores durmiendo en el pasto en pequeños grupos, algunos cubiertos con raídas cobijas y rebozos, se observan por todos lados. Mientras que algunas mujeres con bebés en brazos tratan de dormir sentadas, recargadas en árboles.
Un poco de café, tortillas duras y frijoles es repartido entre los niños más pequeños. Mientras, los adolescentes comen naranja y mandarina, así como agua de masa. Los adultos se aguantan el hambre.
Aún no terminaba de documentar esta crisis humanitaria que viven decenas de indígenas, cuando nos alertan para abandonar el lugar de forma inmediata, ya que los paramilitares han cruzado a territorio de Chalchihuitán y podrían atacarnos.
Así es como los paramilitares aterrorizan y hacen actos de provocación a pobladores de diversas comunidades, donde también han cortado los cables de energía eléctrica.
Chalchihuitán, ubicado en la región Altos de Chiapas y con más de 20 mil habitantes, vive del cultivo de café, maíz y fríjol, estos últimos los cosechan para su consumo.
Los paramilitares han cerrado la carretera principal que comunica al municipio de San Cristóbal, que se hace un recorrido de una hora aproximadamente, y el otro acceso es por la carretera de San Cristóbal a Simojovel, con un trayecto aproximado de dos horas, y posteriormente, a Chalchihuitán por una carretera accidentada con un aproximado de cuatro horas de camino.
CONFLICTO DE MÁS DE 40 AÑOS
De acuerdo con el expresidente municipal de esta localidad, Antonio Domínguez Gómez, el conflicto agrario entre Chalchihuitán y San Pedro Chenalhó data de hace más de 40 años, debido a que los primeros no aceptan las resoluciones presidenciales sobre los límites del territorio.
Con documentos en mano, Domíguez Gómez explicó que desde 1972 se iniciaron los trámites en la Reforma Agraría para definir los límites, siendo el 7 de septiembre de 1973, cuando Víctor Cervera Pacheco, exdirector general de Bienes Comunales firmó el plano definitivo con número de folio 4465.
El 26 de mayo de 1975, el presidente Luis Echeverría Álvarez firmó la resolución presidencial, y en el mes de agosto de 1975 se publicó en el Periódico Oficial de la Federación.
Recordó que en esa fecha, se benefició a mil 787 campesinos, con 17 mil 948.24 hectáreas de tierra y el expresidente Carlos Salinas de Gortari, en 1981 confirmó el plano. Sin embargo, los pobladores de San Pedro Chenalhó no aceptan la resolución y poco a poco se han apoderado de forma ilegal de varias hectáreas de tierra.
“Ahora quieren quitarnos más tierras, por eso están ahuyentando a la gente para que se queden con esas tierras pero no lo vamos a permitir”, advierte.
Pobladores de Chalchihuitán, acusan a la presidenta municipal de San Pedro Chenalhó, Rosa Pérez Pérez, de financiar la compra de armas de grueso calibre y cartuchos a los paramilitares.
“Creemos que para dejarla gobernar, les otorga recursos económicos para el movimiento, pero ya se les salió de control”, señalan.
Por su parte, el presidente municipal de Chalchihuitán, Martín Gómez Perez, explicó que una comitiva integrada por agentes municipales, líderes políticos, asociaciones civiles y representantes del transporte, estuvieron 20 días plantados en palacio de gobierno de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde se instalaron mesas de diálogo con el gobierno de Manuel Velasco Coello; sin embargo, no se ha dado solución a este conflicto.
Para este martes, la comitiva sostendrá otra reunión donde esperan que la alcaldesa Rosa Pérez Pérez lleve respuestas positivas. “Queremos que el gobierno nos dé una solución inmediata para que se habra la carretera, ya que hay una escases de alimentos y combustible”. Dice que ha mantenido la paz de su pueblo, por que no quieren derramamiento de sangre, pero se están desesperando.
Para el párroco de este municipio, Sebastián López; el gobernador Manuel Velasco Coello ha puesto oídos sordos a este conflicto. “No está escuchando por más que hablamos”, señala.