Varios negocios en la Ciudad de México y otros estados del país se enfrentan al llamado cobro de piso, un “impuesto ilegal” que es cobrado por el crimen organizado a locatarios.
Este cobro de piso o derecho de piso es una tarifa que es solicitada a dueños de negocios de todos los tipos de manera ilegal, bajo amenaza y extorsión. Y no es una situación nueva en el país.
¿Qué es el cobro por derecho de piso?
En el Código Penal Federal se reconoce al delito de extorsión de la siguiente manera:
"CAPITULO III BIS, Artículo 390.- Al que sin derecho obligue a otro a dar, hacer, dejar de hacer o tolerar algo, obteniendo un lucro para sí o para otro o causando a alguien un perjuicio patrimonial, se le aplicarán de dos a ocho años de prisión y de cuarenta a ciento sesenta días multa"
«Código Penal Federal»
Esto quiere decir que el obligar a una persona a cubrir una cuota con amenazas es extorsión, y esto es lo que se conoce como cobro de piso.
El derecho de piso ocurre cuando los delincuentes o grupos criminales se presentan a negocios para exigir a los dueños del lugar que paguen cierta cantidad de dinero cada cierto tiempo a cambio de protección tanto para la persona dueña que está siendo extorsionada como para el establecimiento.
El cobro de piso es entonces una oferta de protección ante una amenaza de dañar un negocio o a la persona dueña; en esta modalidad, quien extorsiona es tanto “el protector” como “el delincuente” que puede ejercer violencia si la cuota de cobro no es pagada, explica la revista Nexos.
El cobro de piso entonces se caracteriza por establecer una relación de intercambio desigual entre una víctima y un perpetrador, pues la persona extorsionadora recibe una cuota a cambio de proteger a la víctima y esta protección es impuesta, puntualiza Nexos.
La revista también recuerda que la extorsión ocurre una sola vez: una persona engaña o amenaza a otra para que esta, la víctima, pague una cantidad y la persona afectada no recibe nada a cambio. Incluso, un extorsionador puede tener poca capacidad de cumplir con una amenaza, pero usa el contexto violento a su favor, este es el caso de la extorsión telefónica, por ejemplo.
En tanto, en los casos de cobro de piso, la víctima y el perpetrador tienen una relación tributaria continua: el delincuente cobra cada semana o cada mes una cuota y hace visitas a su “cliente” para cobrar; a veces las reglas cambian y la cuota sube o su periodicidad se acorta, entre otras cosas, indica la revista.