Sólo porque Pfizer desea ofrecer una tercera dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19 no significa que ello sea necesario. De hecho, las autoridades de salud internacionales aseguran que las dos dosis parecen ser suficientes, por ahora.
A nivel mundial los expertos están estudiando los efectos de las vacunas para determinar si es necesaria una tercera inyección. Al mismo tiempo, proliferan las voces que piden inmunizar a más personas, argumentando que no existiría la amenaza de las variantes nuevas si más gente en Estados Unidos y el resto del mundo se vacunaran.
“Si la gente quiere dejar de escuchar tanto sobre las nuevas variantes, lo que se tiene que hacer que todos los países tengan acceso a las vacunas”, opinó Jennifer Nuzzo, especialista de salud pública de la Universidad Johns Hopkins.
Aquí algunas preguntas y respuestas sobre la posible necesidad de tener que ponerse una tercera vacuna:
¿Qué está provocando el debate sobre una tercera vacuna?
Las autoridades estadounidenses de salud han afirmado desde hace tiempo que es posible que algún día la gente necesite una inyección adicional, como ocurre con muchas otras vacunas. Es por ello que están en curso múltiples estudios para poner a prueba distintas posibilidades: una tercera dosis simple, una vacuna de una marca distinta a las dos dosis anteriores o una vacuna diseñada especialmente para proteger contra las nuevas variantes.
Sin embargo, la semana pasada Pfizer y su socio alemán BioNTech anunciaron que en agosto solicitarán a las autoridades sanitarias estadounidenses autorización para una tercera dosis a fin de impulsar la producción de anticuerpos y así proteger al organismo de las nuevas variantes.
La Organización Mundial de la Salud declaró el lunes que no hay suficientes evidencias de que es necesaria una tercera inyección. Pidió además que las dosis excedentes sean donadas a los países pobres en vez de ser usadas para mejorar la inmunidad de la gente adinerada.
¿Cuál es la evidencia de que sigue siendo fuerte la protección de las vacunas?
Un análisis hecho el mes pasado halló que casi todas las muertes por coronavirus en Estados Unidos son de personas que no fueron vacunadas.
En semanas recientes, los contagios y las hospitalizaciones han repuntado debido a la propagación de la variante delta, pero los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) señalan que eso está ocurriendo en las zonas menos vacunadas del país y que hay allí suficientes dosis para que la gente se inocule.
No hay vacuna perfecta, por lo que es posible que alguien totalmente vacunado contraiga COVID-19, pero esos casos suelen ser muy leves. Los expertos están estudiando la incidencia de ese tipo de contagio para evaluar si es necesario ofrecer una tercera inyección que refuerce la inmunización.
¿El debate sobre las inyecciones de refuerzo se debe únicamente a las nuevas variantes?
No, los científicos también están estudiando si la inmunidad en general está disminuyendo entre las personas vacunadas. Si llega a disminuir mucho, es posible que sea necesaria una inyección de refuerzo.
Los anticuerpos suelen ir desapareciendo con el tiempo. Eso es normal, ya que el organismo humano no necesita estar en estado de máxima alerta todo el tiempo.
Sin embargo, los anticuerpos no son su único método de protección. Para el momento en que disminuyen, el organismo ha generado otras defensas como las células B, que cuando el organismo es atacado “explotan y empiezan a dividirse como locas” para crear más anticuerpos, explicó el inmunólogo de la Universidad de Pensilvania Scott Hensley.
Otra defensa son las células T, que matan células infectadas y así evitan que se agrave la enfermedad.
¿Cómo les va a los otros países en la lucha contra la variante delta?
Los datos más recientes de Inglaterra, Escocia, Canadá e Israel muestran que las vacunas más usadas en los países occidentales siguen ofreciendo un buen nivel de protección. Un estudio en Gran Bretaña, por ejemplo, mostró que dos dosis de la vacuna de Pfizer protegen en un 96% contra la hospitalización en caso de la variante delta y en un 88% contra un contagio sintomático.
En Israel, resultados preliminares de un estudio indican que la protección contra una infección leve de la variante delta es un poco menor, de 64%, pero que la protección contra una infección grave sigue siendo bastante alta.