Con el agua al cuello, el PRI busca ganar con el “voto duro” de su militancia mexiquense y con la maquinaria partidista.
Malas noticias para ellos. El voto duro ya no existe. Y “el aparato” es un espejismo.
A los priistas les están pasando la factura de casi seis años de frivolidades en el Estado de México.
El problema no es que ellos estén a punto de perder, sino que por sus errores, corrupción y displicencia, tienen al país en la antesala del abismo que significaría el triunfo de Morena en esa entidad.
Porque la inseguridad en amplias zonas de ese estado, como en el municipio más poblado del país, Ecatepec, es producto de la corrupción.
Son las policías y sus mandos los que han propiciado que reine el terror en vastas regiones de esa entidad, coludidas con grupos delictivos o a la cabeza de algunos de ellos.
El gobernador se dedicó a quién sabe qué menesteres y descuidó la seguridad, que hoy tiene a Morena a punto de entrar por las buenas el Palacio de Gobierno de Toluca.
Ahora los mandamases priistas apelan al voto duro, pues dicen que ése los va a hacer ganar.
¿Cuál voto duro priista? Ese ya no existe.
Eruviel maltrató al priismo mexiquense, a lo que hacían la talacha en los seccionales y dejó hacer a caciques que impusieron a sus parientes para los puestos de elección popular.
A patadas trató el gobierno de Eruviel al priismo de carne y hueso, y ahora recurren a él porque están a punto de perder.
Entregó la comunicación social de su gobierno al PAN.
Sí, el estado priista por excelencia, tiene en su gobierno al PAN como el estratega de la comunicación con los ciudadanos.
Alejandra Sota, exvocera del presidente Calderón, es la estratega de la comunicación del gobierno priista de Eruviel Ávila. Y al frente de la Coordinación de Comunicación Social del estado, Eruviel puso a Luis Alejandro Echegaray Suárez, segundo de Alejandra Sota en Los Pinos en el sexenio anterior.
Los dos, Sota y Echegaray, son personas con grandes cualidades, pero su comunicación es estilo panista. ¿Voto duro? ¿Maquinaria partidista? Sí, cómo no.
Frívolos hasta la médula, el fin de semana pasado –a una semana de las elecciones– el hijo de un secretario de Estado, mexiquense, se paseaba en Mónaco donde asistía al Gran Premio de la Fórmula Uno.
Al priismo de base, al que ascendía por méritos (como fue el caso del propio Eruviel en su momento), lo marginaron de las candidaturas.
En los pasados comicios, por sólo citar un par de ejemplos, quitaron de las listas a los militantes con trabajo en la comunidad para poner, en Chalco, a Susana Osorno Belmont, hija del alcalde Francisco Osorno como candidata a diputada.
A Olga Esquivel como candidata a diputada en Zinacantepec, hija de la alcaldesa Olga Hernández. A María Monserrat Sobreyra (22 años) la hicieron candidata en el distrito de Nicolás Romero, cuyo alcalde es su papá, Martín Sobreyra.
En Ixtlahuaca a la entonces diputada local Dora Elena Real Salinas, la hicieron candidata a diputada federal, como su mamá, que ya iba de salida.
Nayeli Gutiérrez Ramírez fue la candidata a diputada por Ecatepec, hija del varias veces diputado Marco Antonio García Gutiérrez y hermana del entonces diputado local Juan Manuel Gutiérrez.
En Teotihuacán, la candidata fue Cristina Sánchez Coronel, sobrina del entonces diputado local Felipe Borja. Por Valle de Chalco, la abanderada fue Alma Luna Munguía, hermana del exdiputado Miguel Luna Munguía.
Por Nezahualcóyotl la candidata fue Yunuen Wandique Serratos, hija del entonces regidor Manuel Wandique.
Las cuotas de género las cubrieron con cuotas para caciques.
Y ahora, con el agua al cuello: “vengan priistas de base”. “Venga el voto duro”. A ver.