Es momento de derribar la creencia de que es en el futuro cuando sufriremos las consecuencias de nuestra inacción ambiental. Aunque esto sea en parte cierto, la realidad es que los problemas ambientales ya están generando consecuencias en el presente, poniendo a ciudades de todas partes del mundo contra las cuerdas.
La crisis climática está afectando directamente la habitabilidad de las ciudades, al desarrollo económico, la salud de las personas, y ha generado muchos otros problemas relacionados con nuestra realidad más inmediata.
Casos como el de la crisis de escasez de agua en Nuevo León ponen sobre la mesa la importancia de que los gobiernos cuenten con una agenda ambiental seria y de largo plazo, que les permita tomar acciones concretas para garantizar un uso racional y sustentable de nuestros recursos, poniendo siempre por delante las necesidades básicas de las personas y sus derechos humanos como condición mínima para vivir una vida digna. Y si bien este caso es el más comentado actualmente, ninguna de las otras regiones de México es ajena a los problemas del agua: en Jalisco,el año pasado hubo escasez en más de 200 zonas del Área Metropolitana de Guadalajara, y en Chihuahua, la falta de este recurso ha generado como respuesta inestabilidad y conflicto social.
Aunque el agua es un problema en distintas partes del país y del mundo, no es el único problema ambiental que está afectando a las ciudades. Este mes, por ejemplo, una ola de calor ha azotado varios países europeos, registrando temperaturas de alrededor de 40ºC y provocando múltiples incendios y más de mil muertes, tan solo en la península ibérica. En la ciudad de Londres el calor llegó a tal nivel, que en el aeropuerto de Luton el asfalto de las pistas de aterrizaje se comenzó a derretir.
En el caso de mi ciudad, el Área Metropolitana de Guadalajara, uno de los problemas principales son los incendios forestales que, junto con la expansión desmedida de la mancha urbana, han provocado que el número de árboles en la ciudad se reduzca drásticamente. Esta situación debe preocuparnos porque comienza a afectar aspectos de nuestra vida cotidiana, como la calidad del aire, la devastación de nuestras reservas naturales, y actividades tan básicas como caminar por la ciudad, pues ya no hay árboles que den sombra.
Para quienes ocupamos espacios de representación política, quedarnos con los brazos cruzados no es opción. Aunque existe cierta resistencia al cambio por parte de grupos de poder indolentes frente a esta realidad, hay acciones particulares que pueden contribuir a resolver problemas mucho más amplios. Frente a este desafío, es claro que no debemos soltar esta agenda y que debemos apostar por la construcción de propuestas estratégicas que logren el mayor avance posible en la lucha contra la crisis climática y contra la vieja política que decide ignorar la exigencia de esta generación.
Aunque reconozco la urgencia de tomar acciones contundentes que modifiquen nuestra relación con el ambiente, como transitar hacia un modelo integral de gestión del agua respetando su ciclo, acciones tan aparentemente simples como lograr que se invierta una mayor cantidad de recursos en plantar más árboles, puede generar muchos beneficios. Como lo comentaba en la anterior edición de esta columna, contar con más árboles ayuda a reducir la temperatura en las ciudades, disminuyendo así el consumo eléctrico en aire acondicionado y ventilador, permitiendo la infiltración del agua de lluvia en el subterráneo, y dando sombra para caminar, generando así múltiples impactos positivos tanto en el ambiente como en la calidad de vida de una ciudad.
Una sola acción, como plantar árboles, puede desencadenar muchos beneficios. Este es un ejemplo de cómo ajustar las prioridades desde los gobiernos tan solo un poco, puede generar consecuencias más importantes de lo que imaginamos.
Es por eso que la semana pasada lanzamos una convocatoria para orientar a grupos vecinales en la arborización de la ciudad, convocatoria, que por cierto, ha recibido cientas de respuestas de personas dispuestas a capacitarse para contribuir a que haya más árboles en Guadalajara. Aunque seguiré abordando esta agenda en futuras colaboraciones tengo que remarcar la importancia de comenzar a actuar hoy, porque tanto el futuro como el presente de esta generación dependen de ello.