Allá MC, que recluta a quien organizara, entre otras cosas en tiempos de Calderón, los polémicos festejos del Bicentenario
¿Por qué vuelven los toreros?, se preguntaba Conchita Cintrón hace 45 años en un nostálgico libro sobre un mundo ido, aunque muchos hoy se nieguen a reconocerlo.
A la luz de noticias recientes, quizá valdría la pena redactar un volumen parecido, uno que lleve por título ¿Por qué vuelven los políticos? Por qué vuelve a la política alguien, por ejemplo, como Patricia Flores Elizondo, calderonista como pocas gentes y que ahora será candidata de MC en Durango.
En la misma sesión del sábado pasado en que Movimiento Ciudadano desplazó al polémico Roberto Palazuelos de la candidatura para Quintana Roo, los integrantes del llamado partido naranja ratificaron que Flores Elizondo sea su abanderada en la elección duranguense, una de las entidades en las que Morena tendrá fuerte competencia: según dejó ver la encuesta de El Financiero del 8 de febrero, que ubica al candidato del PRI-PAN-PRD con 21 puntos de ventaja sobre la aspirante de Morena y aliados.
Es de sobra sabido el rechazo que generó la precandidatura de Palazuelos en MC, y no sería justo decir que la de Patricia Flores supone un despropósito similar. Pero dado que la organización de Dante Delgado ha decidido resucitar políticamente a la ¿panista?, conviene traer a cuento la estela que ella y su grupo dejaron cuando tuvieron los máximos niveles de responsabilidad.
Ernesto Núñez dedicó un libro a escudriñar el sexenio de Felipe Calderón, en el que la injerencia de Flores Elizondo fue tal que, según consigna el exreportero de Reforma, su apodo era la Vicepresidenta.
En La tragedia del calderonismo. Crónica de un sexenio fallido (Grijalbo, 2012), Núñez desglosa el rol que llegó a jugar quien tuvo como máxima responsabilidad la jefatura de la Oficina de la Presidencia en tiempos de Calderón.
Formada en la Cámara de Diputados, sobrina además de otro panista importante como ha sido Rodolfo Elizondo, según el relato de Ernesto Núñez, Patricia Flores se integra al equipo calderonista en la campaña de 2006, y en la transición le encargan la responsabilidad de los fondos que se destinaron para que el michoacano y su equipo organizaran su llegada al poder luego de la polémica elección de ese año.
La figura de Flores Elizondo fue controvertida, sin embargo, desde su paso en la Cámara de Diputados, en la que laboró a partir de 1994: "Durante su gestión fue acusada de asignarse sueldos que superaban los de los propios diputados, otorgarse aguinaldos de 500 mil pesos y de liquidar con más de 700 mil pesos al exjefe de Resguardo de la cámara, Jesús Cabrera Castillo Nájera, su marido”, escribe Núñez en la página 171 de su libro.
Saldría del gobierno federal en 2010, en una de las muchas crisis del calderonismo, y en medio de pugnas internas que incluyeron denuncias –dice Núñez– de sus propios compañeros ante la Función Pública por supuestos desvíos: "Según la carpeta que llegó hasta el escritorio de Felipe (Calderón), había triplicado su patrimonio en el sexenio".
Y su persona resultaba tan polémica entre los panistas que fue vetada –siempre de acuerdo con Núñez, uno de los periodistas que durante años más cubrió al PAN– por Gustavo Madero para integrarse al Comité Ejecutivo Nacional que el chihuahuense le ganó a Roberto Gil. Tras eso, la duranguense se retiró de las luminarias nacionales.
Una década después Flores Elizondo regresa a la política. Como los toreros: quién sabe por qué. Allá ella. Y allá Movimiento Ciudadano, que recluta a quien organizara, entre otras cosas en tiempos de Calderón, los polémicos festejos del Bicentenario. Se va a poner buena la campaña en Durango.