“Somos Sordo Madaleno, estamos tomando todas las precauciones, ya se checó y no hay problema”. Así contestaba la gente del departamento comercial a quienes, interesados en arrendar un local en Plaza Artz, preguntaban si era segura la plaza, sobre todo luego de que ocurriera el derrumbe del 26 de noviembre de 2016.
Ayer, de nueva cuenta, esa megaconstrucción del sur de la Ciudad de México registró un colapso en su estructura. ¿La diferencia entre ambos eventos? El de hace veinte meses fue en la etapa de construcción, por lo que puso en riesgo a trabajadores; el de este jueves ocurrió cuando la plaza lleva operando meses con abundante y creciente flujo de visitantes. Es un milagro el saldo blanco.
Es el socavón de lujo, una humillación para esta plaza con tiendas de marcas como Louis Vuitton, en una escala digna de Harrods. Es la caída de una fachada que desnuda la inutilidad de las autoridades centrales y delegacionales más representativas del declive de la era perredista en la capital: Miguel Ángel Mancera y Leonel Luna. Es el desprestigio de grandes nombres involucrados en la edificación de esa nave comercial con forma de W: Sordo Madaleno, Riobóo…
“Ya vimos como que los dictámenes no sirven de mucho”, me cuenta un comerciante afectado por el derrumbe. Meses de pagar renta, meses de invertir en su local, semanas operando para aclientarse y ahora a cerrar porque los papeles que validaban la seguridad de la plaza no valen ni para confeti.
Papeles sin valor, como el documento fechado el 28 de septiembre de 2017, dirigido a la delegación Álvaro Obregón. En él, Paola Patricia Valencia Hidalgo, apoderada de Cibanco SA, entidad que renta los locales, expone el dictamen de seguridad de Plaza Artz realizado (es un decir) luego del sismo de ese mes.
“En este sentido, se exhibe el Dictamen de Seguridad firmado por el Director Responsable de Obra, el Arq. José Alfredo Pérez Cortés, y el Corresponsable de Seguridad Estructural, el Ing. José María Riobóo, en el cual se señala que ya se realizó la inspección en la edificación ubicada en el domicilio ya señalado y que la misma no sufrió daños durante el sismo de fecha 19 de septiembre de 2017, por lo que la misma se considera como una edificación segura o de bajo riesgo”, dice el documento que anexa el reporte de Grupo Riobóo, de fecha 20 de septiembre y dirigido a Grupo Sordo Madaleno, en donde el ingeniero Riobóo asienta que “en conclusión se resume que la estructura no sufrió daños durante el sismo y se califica como edificación segura o de bajo riesgo”.
¿Qué pudo haber cambiado en tan pocos meses? Si Grupo Riobóo, corresponsable de la seguridad estructural en Plaza Artz, no vio nada grave inmediatamente después del temblor del 19S, qué se le pudo haber pasado de esa fecha para acá de forma que se gestaron las condiciones para el derrumbe de ayer. Preguntas pertinentes sobre todo porque la plaza tenía fecha original de entrega de noviembre pasado, así que cuando los temblores ocurrieron, el avance en la obra era mayor.
En marzo, fecha de la inauguración, Mancera presumió la excelencia de la obra que ahora está cerrada, pero que llevaba meses presentando fallas.
“Inaugurada” hace tres meses por el entonces jefe de Gobierno (es un decir), Plaza Artz tenía pisos enteros sin el adecuado abasto de energía eléctrica (faltaban subestaciones) y agua. A pesar de ello, el Hunan y el Suntory ya funcionaban a tope. Y lo mismo otra veintena de locales, incluidos El Japonez y El Bajío, ubicados en la zona que se derrumbó.
La víspera nadie avisó a los locatarios de fallas o probables derrumbes. Todo mundo llegó a trabajar con normalidad este jueves. Hasta que empezaron a sacar a la gente, hasta que nació este socavón en lo que se pretendía un lujo de plaza y hoy es un homenaje a la chafez de constructores, supervisores y autoridades. Otro socavón, uno de lujo.