La nueva tarifa nos alcanzó. El transporte público concesionado aplicó, desde este miércoles, el aumento de un peso que aprobó el gobierno de la Ciudad de México para 'mejorar' a los camiones y peseros que circulan en la capital, luego de que hicieran un paro masivo el 2 de junio.
Entre asombro, aceptación y dudas de los usuarios que empezaron a recibir menos cambio al subirse al transporte, Nación 321 realizó un sondeo sobre los nuevos costos, las políticas para mejorar el servicio y todas las problemáticas que los micros, combis y peseros no han resuelto desde hace más de una década.
Las principales coincidencias no son difíciles de imaginar: antigüedad de las unidades, accidentes, inseguridad, exceso de velocidad y ruido; sin embargo, existe incertidumbre sobre si cambiará o no la calidad del servicio en los próximos meses y si el 'pesito' extra será suficiente para lograrlo.
Un caso similar narra Libertad De Anda, estudiante que incluso ha presenciado venta de drogas en las unidades. Considera que el aumento es justo "pero no todos los transportistas se lo merecen por denigrar ese trabajo con su acciones".
En su opinión, los camiones deben pasar por filtros de seguridad que permitan corroborar que al frente de los micros hay personas responsables, eficientes y que no ponen en riesgo a los usuarios.
A pesar de que las condiciones para el aumento son disminuir el ruido, limpiar las unidades y hasta evitar el exceso de velocidad, la estudiante advierte que en el primer día del ajuste tarifario ocurrió todo lo contrario.
"Vi las reglas que tenían que cumplir para el aumento y eran ya no traer acompañante, no traer la música tan alta y venir uniformados, pero hoy que me subí al transporte están igual o hasta peor", dijo.
Resignada por la situación, afirma que los transportistas difícilmente acatarán las nuevas medidas y seguirán operando bajo sus propias reglas, afectando a los usuarios.
Por su parte, el estudiante Eric Andani lamenta el incremento y asegura que no solo no solo era innecesario sino injusto porque los trabajadores del volante nunca se han ajustado a las reglas.
"Sinceramente no me agrada porque hay camiones que vienen muy rápido, ponen en riesgo la vida de las personas, hacen carreras".
A diferencia de otros usuarios, afirma que el principal problema es la falta de voluntad de los choferes y propietarios para ofrecer un buen servicio. En su opinión, subir un peso más a la tarifa representa una afectación para algunas personas que no tienen alternativas de transporte.
Eric también explica que tan solo si existiera unidad y disposición de los choferes mejoraría el servicio y se contaría con personal calificado, uniformado y que no representara un riesgo para las personas.
¿QUÉ DICEN LOS OPERADORES?
José Antonio Hernández es chofer de un camión desde hace más de cinco años, desde entonces recuerda las problemáticas más comunes del transporte concesionado y admite que, pese a esfuerzos, no se han logrado erradicar.
Afirma que el aumento no representa una gran ayuda para los transportistas ante el incremento en el precio del diésel. De hecho, asegura que seguirá ganando aproximadamente 500 por día y, por el contrario, deberá otorgar una tarifa más alta al dueño de la unidad.
En entrevista, el operador dice que un "precio justo" debió fijarse en 10 pesos como mínimo, tal como ocurre en otras entidades, para que ambos, usuarios y choferes, noten un beneficio inmediato.
Admite que muchos compañeros no le dan mantenimiento a las unidades, le faltan el respeto a los usuarios y hasta se confrontan por los precios. Sin embargo, dijo confiar en que en algún momento se puede llegar a un mejor acuerdo tarifario que beneficie a todas las partes.
"Yo digo que se puede mejorar con tal de que nos beneficie a todos. Sí se puede si cada quien pone su grano de arena", concluyó.
