Porque el evento tuvo gran expectación incluso a las afueras del IEEM
“Seguramente ahorita vamos a ver dónde venden pozole, unos tacos…”, dice relajado el candidato del PRD al gobierno estatal, Juan Zepeda Hernández, tras el debate protagonizado en el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), edificio que la noche de este martes fue convertido en un bunker donde sólo entraron las élites de los partidos políticos.
Afuera del IEEM, simpatizantes del PT, PRD, y algunos del PAN siguen el debate a través de una pantalla gigante. El escenario está montado para presenciar varios actos a la vez, no es un circo, pero quien circule por Paseo Tollocan encontrará un confuso escenario de la democracia mexiquense.
A un costado de la pantalla están las ocho casas de campaña de Isidro Pastor, quien continúa en huelga de hambre para que el IEEM le valide nuevamente su registro como candidato independiente a la gubernatura mexiquense.
Enfrente, sobre el camellón de Paseo Tollocan, una media centena de personas con túnicas negras, velas en las manos, y máscaras de anonymus despliegan seis mantas.
Tres contra la candidata de Morena al gobierno estatal, Delfina Gómez Álvarez, dos contra la del PAN, Josefina Vázquez Mota, y una más en repudio al priista Alfredo del Mazo Maza.
Los de túnica negra nunca dirán quién los encabeza, tampoco hablarán, siempre con las máscaras comenzarán a dispersarse cuando el debate vaya a la mitad.
Antes de comenzar el debate, la explanada del IEEM torna en una marea que se inquieta. Isidro Pastor regresa del encuentro que organizó con académicos y periodistas en el hotel ubicado a un costado del Instituto.
“¡Isidro Pastor será gobernador!”, festina una centena de seguidores. De pronto, un solitario perredista, Eimar Gutiérrez, lo increpa y le recuerda su pasado priista.
Los pastoristas se le abalanzan, lo persiguen. Y termina discutiendo otra vez con Pastor.
“Por qué tenemos que vivir estos shows”, cuestiona el joven perredista. “Respeto tu dicho y el principal atributo del hombre es la libertad, soy un político de luz propia”, le contesta Pastor, cuya candidatura independiente está suspendida en tanto se revisen las firmas de apoyo que presentó.
Adentro, en el salón de sesiones del IEEM, los candidatos ya se alistan, afinan maquillaje.
El priista Alfredo del Mazo apenas llega a tiempo para la fotografía oficial con los consejeros electorales. Oscar González Yáñez ya no alcanza esa imagen, sólo con los representantes de partido.
El salón de sesiones se convierte en un tablero de ajedrez al cual sólo se entra con previa invitación.
En un extremo los dirigentes de Morena, al centro PAN, PRD y PRI, en el otro extremo PT, más priistas y asistentes de los candidatos.
En el acomodo final algo ocurre. La presidenta del PRI estatal, Alejandra del Moral, queda en una de las últimas filas del salón, lo cual no impide que desde ahí murmure continuas críticas a la candidata de Morena.
Delfina Gómez también cosecha expresiones de burla cuando equivoca la mención sobre su voto en el incremento de la gasolina. El auditorio va de la sorpresa a la risa velada.
Pero los de Morena les regresan el gesto a los priistas cuando viene un error de Alfredo del Mazo, quien insiste en su bandera de los programas sociales.
Los tricolores nuevamente están por saltar de sus asientos cuando el candidato del PT, Oscar González Yáñez, habla de meter a la cárcel a Eruviel Ávila Villegas y al presidente Enrique Peña Nieto. Al final continuarán los roces entre priistas y petistas.
No falta quien no apaga su celular u olvida programarlo en modo de vibración. Un tono de rock inunda el salón de sesiones. La solemnidad y el rancio protocolo, diría un asistente, se rompe.
El aspirante del PT sorprende otra vez con su llamado a firmar un acuerdo para comprometerse a dar resultados en dos años. “Al final terminaron firmando todos, lo hicieron a regañadientes algunos”, dice posteriormente González.
Los dirigentes, representantes e invitados de cada partido interactúan con cautela, antes y después del debate. Algunos no se saludan. Otros aclaran que el discurso es el discurso y la amistad otra. Depende del oficio político de cada quien.
Los priistas se agrupan en torno a su candidato, quien es el primero en abandonar la mesa de debates.
Ahí está la burbuja tricolor. Ernesto Nemer, Erasto Martínez, Jorge Carlos Romero Marín, Alejandra Sota, Enrique Jacob.
En la parte final, el bando de Morena trata de iniciar un festejo, en parte para cerrar el día con las buenas noticias de las encuestas, pero no prende en ese tablero de ajedrez que no les pertenece.
Frente al Instituto sigue el espectáculo. Llega Rafael Acosta “Juanito”, “el candidato del pueblo”, quien reparte tarjetas y entrevistas; insiste que Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México.
Las últimas camionetas de los invitados especiales salen del estacionamiento, la tambora y porristas del PT siguen el festejo sin su candidato, quien recomienda a los reporteros retirarse por el frío.
A diferencia de sus contrincantes del PAN, PRI y Morena, la candidata independiente, Teresa Castell de Oro, sale caminando para responder preguntas a quien quiera interrogarla.
“Al final vemos que es un circo, que esos circos no se acaban”, concluye frente al estacionamiento alterno del IEEM.