Hay bastantes cosas que no sabemos en torno a la pugna Scherer-Gertz/Sánchez Cordero. Pero con la carta publicada en Proceso este fin de semana, con eventos recientes como la filtración de conversaciones del fiscal general de la República con su subalterno y colaborador Juan Ramos, y con lo visto hasta hoy sabemos más que suficiente para estar muy preocupados por la procuración de la justicia en México.
En sus tres años como titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero es conocido por vistosos casos administrativos o judiciales en los que tiene un interés personal, y no por acusaciones que hayan contribuido a instalar el Estado de derecho en México. Van tres ejemplos de lo primero:
Es el fiscal que, desde tan alta responsabilidad, se ha dado tiempo para conseguirse el mejor lugar en el Sistema Nacional de Investigadores, chamba que por sí sola ocuparía de tiempo completo a cualquiera. Además, el funcionario ha logrado conservar su membresía en tan prestigioso esquema del Conacyt a pesar de documentadas denuncias por plagios.
También es el denunciante de un caso ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México por el que ha logrado cárcel para la hija de la expareja de su fallecido hermano Federico.
Y es el promotor de una demanda en contra de funcionarios del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, a quienes acusa por un litigio sobre la marca Universidad de las Américas: desde un centro educativo homónimo en el que se desempeñaba reclamó derechos a la conocida institución poblana.
La constante de esos tres episodios –SNI, denuncia contra Alejandra Cuevas y su madre y la embestida a integrantes del IMPI– es que en el pasado y durante años Gertz Manero no había logrado que tanto en el Conacyt como en otras instancias judiciales sus respectivos reclamos procedieran.
Ahora no es exageración subrayar que a Gertz Manero sí le ha hecho justicia la transformación. El Conacyt lo aceptó en su máximo nivel de investigadores y meses después desecharía la queja por los plagios; la FGJCDMX dio renovado curso a su reclamo contra su excuñada, y en el IMPI su caso ha revivido desde 2018. Su suerte parece haber cambiado grandemente cuando su nombre se ligó al gabinete ganador en ese año.
Pero lo anterior es sólo parte de la biografía de Gertz Manero en este trienio.
Hay que mencionar que en este periodo ha sido el fiscal que se prestó para una simulación gigantesca –por el monto involucrado– en Palacio Nacional: participó en un montaje sobre un supuesto depósito de un cheque por 2 mil millones de pesos a favor de la Federación, monto en supuesta reparación por un fraude al Infonavit.
La verdad el dinero no podía ir a la Tesorería, menos al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, porque era de los trabajadores que cotizan en el Infonavit, a donde los montos finalmente fueron turnados. Esta anécdota, que quedó al descubierto al muy poco tiempo, nos revela otra faceta del supuestamente autónomo ocupante de la FGR: le gusta colaborar en simulaciones que le gustan a AMLO.
Ahora en la carta de Julio Scherer Ibarra en Proceso, Gertz es acusado de usar su puesto para chantajear: has de cumplirle peticiones o elegir si quieres un fiscal “amigo” o “enemigo”. Y en las grabaciones lo oímos presumir su influencia en la Suprema Corte.
¿Y los grandes casos criminales o de corrupción? Ésos son una gran incógnita. Aparte de a sí mismo, a quién más sirve este fiscal general de la nación. Es pregunta.