Entre el cuarto trimestre del 2018 y el mismo periodo de 2023, la población ocupada en el sector agropecuario en México se redujo en 270 mil personas.
En contraste, la población ocupada en el país creció en 5 millones 698 mil personas en el mismo lapso.
Esto significa que el porcentaje de las personas ocupadas en el ámbito rural respecto al total pasó de 12.5 por ciento en 2018 a 10.8 por ciento al final del año pasado.
En realidad, la tendencia viene de más atrás. En 2005, este porcentaje era en 14.6 por ciento, lo que significa una pérdida de 3.8 puntos porcentuales en el lapso en 18 años.
Si continuara esta tendencia, en otro par de décadas, la proporción sería de 7 por ciento.
Esta caída de la población ocupada en el campo no significó un descenso del PIB.
En el año 2005, el PIB agropecuario representaba el 3.0 por ciento del total, mientras que al término del año pasado fue de 3.4 por ciento.
De hecho, en el lapso que estamos considerando la productividad del trabajo en el campo mexicano se incrementó en 43.7 por ciento, como producto de un 47.9 por ciento en el valor de la producción y de solo un alza de 2.9 por ciento en la población ocupada.
Estas cifras reflejan la realidad contrastante del campo mexicano.
Las exportaciones agropecuarias se han disparado. Entre diciembre del año pasado y el mismo mes del 2005 hubo un crecimiento de 186 por ciento. Esto significa un crecimiento promedio anual de casi 6 por ciento.
Nuestro campo exportador es uno de los sectores más exitosos de la economía mexicana.
Pero, al mismo tiempo resulta que el más reciente estudio del Coneval señala que la mitad de la población del campo mexicano se encuentra en la pobreza laboral, es decir, su ingreso no le alcanza para adquirir la canasta básica.
La cifra contrasta con el 33 por ciento de la población ocupada en las ciudades, que también está en pobreza laboral.
Aunque hay segmentos de la población cuyo nivel de pobreza ha bajado, el campo sigue siendo en México el hogar de mucha gente pobre.
Y la migración, sea por razones de ingreso o por la violencia que se ha derivado de la contienda entre grupos del crimen organizado, que pelean control de territorios o de grupos, ha propiciado la caída del número de trabajadores del campo que le comentamos.
Para que no se quede usted con la idea de que el sector agropecuario mexicano solo es el que está huyendo de sus localidades por producción o por la falta de seguridad, hay que señalar, como comentábamos, que una parte de nuestro sector rural es altamente exitoso.
Tanto lo es, que ya ha detonado las alarmas de diversos segmentos de los productores de EU, que ya ven claramente cómo los productores agropecuarios de México son más exitosos y productivos y si no han tomado una participación mayor de los mercados de Estados Unidos ha sido por el peso demasiado fuerte.
A diferencia de diversos sectores de la manufactura, en el sector agropecuario, la proporción de los insumos importados en el costo total es relativamente bajo.
Por esa razón, en contraste con los sectores exportadores, que a su vez son grandes importadores, un peso fuerte impacta de manera directa en el sector agropecuario.
Pero, más allá de los obstáculos que el entorno les haya impuesto a las exportaciones agropecuarias, este segmento del campo mexicano es uno de los grandes triunfadores.
Pero, lamentablemente, en el otro lado de la moneda vemos que la pobreza extrema está sobre todo en el campo.
Ojalá pudiéramos hacer que hubiera vasos comunicantes entre el campo triunfador y el campo miserable.
Ambos siguen siendo parte de la realidad del país.