Dentro de 57 días los estadounidenses irán a las urnas para elegir a su próximo presidente, a una nueva Cámara de Representantes y a un tercio del Senado.
Por el peso específico de Estados Unidos en el mundo, esa elección es siempre un hecho de relevancia global. Hace cuatro años, el triunfo de Trump influyó globalmente, y de modo muy concreto en México.
Esta vez, hay otra razón por la cual habrá que estar atentos: la posibilidad de que se produzca una crisis constitucional, como no ha ocurrido en mucho tiempo en EU.
¿Y por qué podría producirse dicha crisis? Por la determinación del actual presidente y candidato republicano, Donald Trump, de reelegirse a toda costa.
Un escenario que no debe descartarse es que el candidato demócrata, Joe Biden, gane por un estrecho margen en el Colegio Electoral. Si esa situación se produce, es probable que Trump litigue el resultado y la definición del triunfo le corresponda finalmente a la Suprema Corte de Justicia.
Hay quien dice que no hay que temer a un desenlace de ese tipo, pues en las elecciones del año 2000 ya se presentó una situación semejante y no hubo ningún trastorno político.
En una elección muy reñida, George W. Bush ganó solo por 5 votos electorales.
El 12 de diciembre del año 2000, la Corte estableció que no procedía un nuevo recuento generalizado en Florida y que, por lo tanto, los votos electorales de ese estado fueron para Bush, quien lo ganó por solo 537 sufragios. Ese pequeño número definió la elección y probablemente marcó el curso de la historia.
Al Gore concedió el triunfo a Bush y la estabilidad política regresó después de poco más de un mes de incertidumbre.
La diferencia con el presente es que, si Trump estuviera en una situación como esa, nadie piensa que tendría la generosidad de conceder el triunfo a Biden.
Hay coincidencia entre múltiples observadores del proceso electoral que lo más probable es que, como ocurrió hace cuatro años, Trump pierda la votación popular.
Hay que recordar que, aunque Hillary Clinton ganó por 2.8 millones de votos a Trump, perdió por 77 votos electorales.
Los llamados “estados columpio” probablemente sean los determinantes del resultado.
Podrían ser seis estados donde se decida la elección: Florida, Carolina del Norte, Georgia, Iowa, Ohio y Michigan. En todos ellos, la diferencia entre los dos candidatos es de menos de 3 puntos, por lo que cualquiera podría ganar.
Y, luego, hay otros seis estados en los que la diferencia está entre 3 y 5 puntos: Pennsylvania, Wisconsin, Arizona, Minnesota, Nevada y Texas.
Cuando se ve con detalle este cuadro, se puede llegar a la conclusión de está muy lejos de estar resuelta esta elección, aunque la intención de voto para Biden esté en este momento 7 puntos arriba de la de Trump.
Quizás es lo que están viendo los apostadores. En las casas de apuesta, prácticamente se marca un empate entre los dos candidatos cuando apenas a principios de agosto, Biden llevaba una ventaja de 24 puntos en las apuestas.
El semanario The Economist titula su artículo de portada esta semana: America’s ugly election: how bad could it get?, apuntando precisamente el riesgo de la crisis constitucional de la que le hablamos.
En un año en el que el mundo se vio sacudido por la peor pandemia en 100 años y por una crisis económica que no tiene precedentes, lo único que nos falta es una crisis política en el país más poderoso del mundo.
Y, como en el caso de los terremotos, los que están más cerca serían los que más la resintieran… como es nuestro caso.