Juan Ignacio Zavala: El poder de un tuit

AMLO exhibió las agresiones a su persona y su esposa
AMLO exhibió las agresiones a su persona y su esposa
La ofensa.AMLO exhibió las agresiones a su persona y su esposa
Cuartoscuro
autor
Juan Ignacio Zavala
Consultor en comunicación
2021-09-27 |07:10 Hrs.Actualización07:10 Hrs.

Hay quienes piensan que, en efecto, las redes sociales son benditas. Son los mismos que creen que Twitter es el nuevo Partenón donde hay que discutir y filosofar, la plaza pública en la que se discute sobre el ser humano y sus vicisitudes. 

Nada les importa más que un tuit. Les es más importante tener un laik que conservar una amistad. Hacen su vida social en las redes. La personalidad que no tienen en la calle pretenden adquirirla en la pantalla en que tuitean y desde la que increpan a los poderosos, a los políticos a los escritores. 

La igualación del acceso a las redes les da un aire de superioridad para mentar madres, insultar y hacer cualquier clase de reclamos a quien los ofende con sus logros o capacidades. 

Son los mismos que piensan que un tuit es un tratado sobre alguna materia, que les concede un lugar privilegiado no sólo en el debate sino en alguna especie de academia de estudios. Van por la vida gritando ¡un tuit, un tuit, mi reino por un tuit!

Como todos sabemos, Twitter es algo similar a la Cámara de Diputados, pero en grandote. Un lugar en el que abundan la ignorancia y la majadería, el insulto y la ocurrencia; una tribuna para desquitarse y desahogarse en la que unos cuantos pretenden llevar las cosas en serio en medio de la gritería generalizada. Quizá ese tipo de personas, que se toman en serio lo que sucede en esa red, son los que asesoran al presidente López Obrador al grado de que él mismo ha hecho de esa red el eco de sus posicionamientos políticos y el de sus adversarios.

En Palacio se toman muy en serio lo que sucede en Twitter. Han hecho de un tuit un motivo para hacer anuncios públicos o para fustigar a quienes piensan diferente. La señorita Vilchis hace de sus intervenciones, acompañada del Presidente, un análisis bastante rupestre de lo que sucede en esa red social y llega a conclusiones absurdas sobre los alcances de un tuit y entonces la emprende contra periodistas, políticos o ciudadanos, logrando la fama o relevancia de cualquiera que mencione.

Por supuesto, entretenerse en los tuits resulta útil para quienes hacen del pleito una política pública. Pero a fuerza de hacer de la simpleza y tontería la base de la argumentación política, el propio Presidente brindó en días pasados uno de los episodios más lamentables de la comunicación presidencial al hacer público un tuit, que por algún motivo consideró relevante, en el que pretendió aparecer como víctima de quien supuso un actor importante en la vida pública

El tuit era un condenable, por vulgar y majadero, ataque a la señora esposa del Presidente. De esa manera el Presidente hizo de un tuit, que no representaba nada ni a nadie, todo un evento en el que el centro de los insultos fue la señora y no el imbécil que lo puso.

¿Qué sentido tiene que el Presidente difunda insultos y majaderías a su esposa? ¿Por qué la gente se tiene que enterar de ese tipo de cosas? ¿Por qué el Presidente considera importante difundir ese tipo de mensajes? ¿Quién le dijo que era importante hacerlo? ¿Por qué no hubo nadie que le dijera que nada más iba a generar un escándalo en torno a su pareja? Es increíble que eso haya sucedido, que le hayan dado todo ese poder a un tuit.

Se entienden los gestos de solidaridad de quienes laboran con el Presidente y estiman a su esposa. Por supuesto que son condenables los insultos a la señora Gutiérrez, como lo son los que vierten los militantes de Morena contra cualquier mujer opositora. Pero también es condenable la banalidad y la torpeza con que se manejaron el Presidente y su equipo de comunicación. Ojalá aprendan que la mayoría de las veces un tuit nada más es un tuit.