Pablo Hiriart: Al PRI le fue mal el domingo

El candidato Alfredo del Mazo recibió hasta un millón de votos menos que su antecesor, Eruviel Ávila
El candidato Alfredo del Mazo recibió hasta un millón de votos menos que su antecesor, Eruviel Ávila
Triunfo 'amargo'.El candidato Alfredo del Mazo recibió hasta un millón de votos menos que su antecesor, Eruviel Ávila
Cuartoscuro
autor
Pablo Hiriart
Periodista
2017-06-07 |07:09 Hrs.Actualización07:09 Hrs.


Si en el PRI creen que con haber ganado por dos puntos y medio en el Estado de México ya la hicieron para la elección presidencial, están perdidos.

Perdieron 54 municipios en Veracruz, perdieron Nayarit y en Coahuila, a reserva de conocer el resultado final, cayeron a la mitad de su votación.

En el Estado de México perdieron más de un millón de votos respecto a la elección pasada de gobernador.

¿Esa es una señal de que van bien?

Claro que no. En el Estado de México fue abrumador el voto del hartazgo con la corrupción y la inseguridad.

El domingo quedó claro que la gran mayoría de la población no soporta la forma de gobernar del PRI.

Es que además de corrupción e inseguridad, está “el modito”. La arrogancia en la forma de ejercer el poder generó a los Duarte, los Borge, los Sandoval.

Desdeñaron a la población, a los intelectuales, a los empresarios, a los comunicadores. No tuvieron aliados para defender el lado positivo del sexenio y permitieron que el desaliento aplastara los avances.

Por frívolos y arrogantes no defendieron al país de la amenaza populista que tenemos a la vuelta de la esquina. Creyeron que con repartir tinacos de última hora la iban a librar.

El gobierno trató mal al priismo, al grado de que la campaña en el Estado de México se la entregaron a una muy buena persona, Alejandra Sota, desertora del panismo.

El gobierno priista del Estado de México hizo crecer a Delfina y a Morena.

Los hizo crecer no sólo por una estrategia equivocada de campaña al atacar a Josefina y no tocar a Delfina Gómez, sino por un mal gobierno que dejó correr a la delincuencia y a la corrupción.

Hasta los paleteros tienen que pagar derecho de piso en algunas regiones del estado. Las iglesias cierran más temprano y el transporte público es una ratonera donde 95% de la población cree que va a ser asaltada.

En percepción de inseguridad (INEGI), el Estado de México ocupa el segundo lugar, sólo por debajo de Tabasco. La gente siente más zozobra en el Estado de México que en Tamaulipas o en Sinaloa.

Y eso es producto de la corrupción. “Para bajar la delincuencia hay que bajar la corrupción”, me dijo una precandidata priista al gobierno de ese estado, cuando aún no se definía quién sería el abanderado.

Es que los policías son obligados a extorsionar en las zonas populosas de la entidad, porque le tienen que entregar cuotas de dinero a sus comandantes.

No se preocupan por combatir a los delincuentes, sino por obtener dinero para subirlo a la escala de mando.

El PRI permitió que las autoridades les robaran a los pobres en el Estado de México.

Su triunfo fue agónico. Y si no cambian de manera rápida y dejan de lado su arrogancia, la victoria en el Estado de México será el canto del cisne.

Al PRI no lo salvó el PRI, sino sus alianzas. El PANAL más el Verde permitieron el triunfo de Del Mazo. La tardía declinación del PT en favor de Morena selló la elección.

¿Eso se va a repetir en 2018?

Desde luego que no. Morena entendió que necesita alianzas para ganar.

Y si los estrategas priistas no tienen la humildad de leer el resultado de las elecciones del domingo y reconocer el enorme desgaste que ha ocasionado la arrogancia en el ejercicio del poder federal y de los estados, la tienen perdida.

¿Hay tiempo? Para que ganen, difícil. Para detener la ola populista, sí.