Salvador Camarena: En la próxima elección presidencial

La consulta no fue otra cosa sino ensayo de lo que vendrá para el 2024
La consulta no fue otra cosa sino ensayo de lo que vendrá para el 2024
Revocación.La consulta no fue otra cosa sino ensayo de lo que vendrá para el 2024
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-04-13 |07:06 Hrs.Actualización07:06 Hrs.

En la próxima elección presidencial el líder de Morena se empleará en acarrear votantes, AMLO no dejará de hablar de sus obras y logros, y todo el partido dirá, con meses de anticipación, que los del INE –o Estados Unidos o Paquita la del Barrio (para el caso lo mismo)– les quieren robar el triunfo, y por lo mismo no respetarán las leyes electorales.

En la próxima elección presidencial, si Adán Augusto López no es el candidato de López Obrador para sucederle, el secretario de Gobernación dedicará sus días y sus energías en viajar a los estados para animar a las y los gobernadores de Morena para que se empleen a fondo en la movilización nacional de votantes, para que amedrenten a autoridades electorales y para que erradiquen cualquier prurito –al diablo con eso de que la ley es la ley– que les impida mezclar labores de partido y de gobierno.

En la próxima elección presidencial, si Adán Augusto López es el candidato de Andrés Manuel para sucederlo, la Guardia Nacional –con el pueril argumento de que es un asunto de máxima seguridad– será la encargada de llevar y traer, en aviones oficiales y con altos mandos militares como sus edecanes, al segundo tabasqueño de la nación. La campaña será verde olivo.

Porque en la próxima elección presidencial, advertidos estamos luego de lo visto en la consulta de revocación, el régimen se desentenderá de todo ropaje democrático y no quedará recurso público al alcance de los morenistas que no sea utilizado para el único fin que se plantearán, para el único escenario que aceptarán: retener a como dé lugar el poder.

Ese es el corolario de la revocación, que no fue otra cosa sino ensayo de lo que vendrá cuando el partido en Palacio Nacional se enfrente a la realidad de que ha llegado la hora en que los votantes han de decidir si se quedan o se van.

Atestiguaremos mítines hechizos como el que hizo la jefa de Gobierno en el Monumento a la Revolución, medios públicos promoviendo sin rubor el voto por las candidaturas de Morena y toda suerte de presiones a medios privados para que respalden, y cuiden, al oficialismo.

¿Veremos a importantes empresarios declarar que los de López Obrador merecen un segundo periodo? Sí, desde luego. ¿Escucharemos diversos llamados a mantener la ruta, a dar tiempo para cosechar lo sembrado? Hasta la Iglesia revivirá como declarante.

Frente a esa realidad, las y los ciudadanos no cuentan hoy con una organización política de oposición que parezca preparada para lidiar con un régimen que emprenderá elecciones de Estado, y que se empleará en ese objetivo desde ya. No se puede descartar un milagro: que MC, PRI, PAN o PRD, juntos o por separado, se espabilen y logren reposicionarse como actores incómodos al régimen, piedras en el zapato que capturen la embestida oficialista, que crezcan como adversarios. Veremos si el milagro ocurre.

Mientras tanto, el futuro empezó el domingo. Y en términos democráticos requerirá de las y los ciudadanos libres una creatividad y una resistencia sin precedentes.  

Porque además el régimen tendrá a su disposición a las redes sociales para emplearlas para diseminar noticias falsas, para destruir reputaciones de adversarios y críticos, y para copar el debate con asuntos que apuntalen sus objetivos o distraigan de temas que no le convienen.

En la próxima elección presidencial veremos lo que no se ha visto desde el poder en generaciones: una maquinaria de Estado volcada en su impúdica intención de hacer que, para empezar, nadie logre los 15 millones de votos que ellos ya tienen.