Las campañas electorales van a ser un desafío para todos los candidatos.
Ya le comenté esta semana que, si quiere ganar, José Antonio Meade deberá mantener un perfil que permita atraer electores que no hubieran votado por el PRI si el candidato fuera otro; pero, al mismo tiempo, no puede darse el lujo de perder el voto duro del PRI.
Es un caso análogo al de López Obrador.
Si el líder de Morena quiere realmente ganar la elección necesita tener un comportamiento que atraiga electores que en primera instancia no votarían por él. Pero sin perder a su base electoral a la que tiene acostumbrada a cierto estilo de discurso y comportamiento.
Ni con la campaña del destape la mafia del poder pudo colocar a Meade en segundo lugar. Además de honestidad, le falta carisma. Don Daniel Cosío Villegas, en 1946, decía que los panistas no tenían “sex-appeal para el pueblo mexicano” y se distinguían por su “mentalidad señoril“. pic.twitter.com/VBWdIBnAGU
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) 30 de noviembre de 2017
Ambos candidatos –que ya lo son virtualmente aunque no lo sean legalmente– tienen que hablar a dos audiencias diferentes y conquistarlas.
Cuando haya candidato del Frente, si lo hubiera, veremos cuáles son los retos que tiene, pero por lo pronto analicemos el contraste entre Meade y AMLO.
Una de las primeras reacciones de López Obrador tras definirse el virtual candidato del PRI fue llenar al exsecretario de Hacienda de adjetivos insultantes: ‘señoritingo’, pelele, títere, representante de la mafia del poder, así para empezar.
La reacción de López Obrador hace recordar al candidato que, con el “Cállate, chachalaca” dirigido a Vicente Fox en el 2006, erosionó una parte de la ventaja que llevaba.
Algunos consejeros del virtual candidato de Morena han tratado de moderarlo y evitar que ocurran estos arranques, que, saben, eventualmente generan rechazo de posibles simpatizantes.
Pero, pareciera que AMLO prefiere escuchar los ecos favorables de sus partidarios a ultranza, quienes le celebran y aplauden esa actitud agresiva de peleador callejero.
Si el patrón se repitiera en otros casos y aun con otros personajes, AMLO podría estar poniendo las bases de su tercera derrota en elecciones presidenciales.
En contraste, la opinión de Meade respecto a AMLO no anotó ningún insulto a su persona sino un cuestionamiento a las ideas: “Los planteamientos son todos viejos. El diagnóstico de muchos de los retos que apunta es correcto, pero en la forma de resolverlos no se ve nada”.
México no tiene que dar un salto al vacío. Enfrentaremos una decisión histórica, una decisión entre la experiencia y la ocurrencia. Es indispensable que las propuestas de nuestro plan de trabajo cosechen las expresiones y demandas de la sociedad. pic.twitter.com/R2Q22umlbx
— José Antonio Meade (@JoseAMeadeK) 30 de noviembre de 2017
Si este patrón de intercambios se repite, insultos contra argumentos, va a haber un desgaste de la imagen de AMLO, más rápido aun que el que ocurrió en el 2006.
Para la sociedad mexicana sería mucho más sano ver una contienda de argumentos, que pudieran normar el criterio de quienes vamos a votar.
Pero si la campaña se da en el tono que vimos en los últimos días, creo que vamos a ver cómo López Obrador empieza a bajar en las encuestas.
No se va a desplomar porque tiene una base de adeptos muy firme, pero sí podría tener pérdidas que le recorten poco a poco la ventaja que ahora tiene.
La dinámica política se va a modificar al paso de los meses, cuando se defina el candidato del Frente, de haberlo, o los candidatos del PAN y PRD. También cuando quede claro cuántos independientes habrá y quiénes serán.
Por lo pronto, la posibilidad de contrastar el desempeño de los únicos dos candidatos que con certeza aparecerán en la boleta electoral del 1 de julio, está siendo relevante.
No deje de observar.