No fue sorpresa. Ayer se estableció una nueva marca en la pandemia. Jamás, desde que comenzaron los contagios de COVID-19 habíamos tenido un día con la cantidad de casos nuevos como ayer.
La cifra de 22 mil 711 casos supera a los 22 mil 339 del 21 de enero, que había sido el peor día hasta ayer.
Pero, tenga la certeza de que no hemos llegado al pico.
El pasado viernes 23 de julio escribía en este espacio lo siguiente: “en el peor día de la crisis que tuvimos en enero se registraron 22 mil 339. Al ritmo actual, vamos a rebasar esa cifra en dos semanas”.
Me falló el pronóstico por tres días.
No había que ser un experto en epidemiología para entender que el ritmo de contagios no iba a parar.
Los ejemplos de los países o regiones en los que se han disparado los contagios, como en México, con la prevalencia de la variante delta, nos hacen pensar en que vamos a llegar al menos a 30 mil nuevos contagios por día próximamente… en el mejor de los casos.
En la India, el primer caso de crisis explicable por la difusión de la variante delta, se llegó a un mínimo de 15 mil 388 y explotó hasta llegar a 414 mil 188 nuevos casos por día. Es decir, se multiplicó por 27 veces entre el 8 de marzo y el 6 de mayo, es decir, en un lapso de 59 días.
En México, el 5 de julio pasado estábamos en 1 mil 805 casos. Con la cifra de ayer, hay una multiplicación de 12.6 veces en un lapso de 37 días.
Los casos no son necesariamente extrapolables, pero sí dan una idea de que el comportamiento de los contagios de la variante delta tiene aún el potencial de ir hacia arriba en una población en la que el porcentaje de vacunación con esquema completo alcanza solo el 22 por ciento.
Es poco probable que alcancemos las cifras de fallecidos de los peores momentos de la pandemia, pero lamentablemente, sí es factible que aún haya muchas víctimas.
La cifra de ayer, de 727 muertes cuya causa reconocida es COVID, es 35 por ciento superior a la que tuvimos hace exactamente dos semanas, el 28 de julio.
Ya le comentaba previamente en este espacio, que es de esperarse que tengamos más de 10 mil fallecidos adicionales por lo menos antes de que termine el mes de agosto.
Creo que los datos anteriores no van a hacer ninguna mella en el ánimo presidencial, que insiste en que hay que regresar a clases llueva, truene o relampaguee… o nos contagiemos.
Ni tampoco van a convencer de la necesidad de establecer nuevas restricciones que traten de minimizar el costo económico pero que reduzcan el riesgo a la salud.
La experiencia internacional nos muestra que no es necesario “pagar la cuota” de decenas de miles de muertos adicionales para contener los contagios.
Hay formas de mantener la economía funcionando y las escuelas operando sin arriesgarse a una crisis inimaginable.
Hay que aceptar que aún no conocemos todas las implicaciones de los contagios de esta nueva variante y que no es factible pretender regresar a la normalidad cuando estamos en el peor momento de la pandemia en materia de contagios.
Los que afirman que los niños deben regresar a las aulas o que la economía ya no aguanta otro confinamiento, probablemente no han tenido ningún deceso en su familia.
Pero para las familias de más de 500 mil mexicanos, la cifra estimada de fallecidos en exceso respecto a años usuales desde que comenzó la pandemia, ya no se aguanta ningún otro fallecido.
Quisiera pensar que aún resta humanidad en las autoridades encargadas de tomar las decisiones, pero no estoy seguro.